6 de octubre de 2007

El papel de la bicicleta en la salud (de la economía argentina)

Una bicicleta es un vehículo simple y útil para potenciar la capacidad de desplazamiento del hombre. Una bicicleta es también un complejo artilugio financiero apto para que unos pocos se queden con mucho dinero ajeno en poco tiempo. Para funcionar, reclaman como habilidad común de quien la utiliza la capacidad de pedalear. En consecuencia, ambas son inventos del hombre y requieren de él para su utilización. La bicicleta como vehículo de transporte es asociada generalmente con personas modestas; los chinos la usan masivamente. La bicicleta como artilugio financiero es un invento argentino. No está al alcance de todo el mundo, tampoco de todos los argentinos; en realidad el pedaleo consiste en que pocos argentinos pedalean y muchos argentinos son pedaleados. Como muchos productos de la peculiar viveza del ser nacional, no está patentado ni debidamente documentado.
Veamos el modelo general. Tiene dos ruedas, una pertenece los vivos, la otra a la gilada. Tiene una cadena de trasmisión, que involucra algún papel que representa pesos (pagarés, cheques, títulos públicos, etc.), sus eslabones son, por lo general, los bancos. Los vivos conocen cosas que los giles desconocen y la diferencia surge de su relación con el poder. Los vivos forman parte del poder, por definición; la gilada no.
Un caso específico fue el modelo "plata dulce", el que suponía que la inflación dependía de la cotización del dólar. Para que fuera baja, el gobierno del Proceso militar anunciaba cuanto iba a valer el dólar en los próximos meses y se comprometía a vender todos lo que hicieran falta a ese precio. Los precios y los ingresos de la gente subían más que el dólar, éste era barato y todo el mundo viajaba a Miami donde todo era "regalado" en dólares. A esa altura, todos pedaleaban sobre la cadena de la felicidad.
Ahora bien, la verdad que sólo algunos pocos conocían, era que el gobierno no tenía tantos dólares. Para tenerlos se estaba endeudando aceleradamente en el exterior. Un buen día, alguien descubrió que los organismos internacionales de crédito ya no le prestaban más. Los vivos, que sabían, se compraron rápidamente todos los dólares, la gilada se enteró tarde. Como consecuencia de ello, los dólares pasaron a valer mucho más, los precios subieron y los ingresos no. Pero hay más: algunos vivos pidieron préstamos en dólares en Miami, los trajeron al país y los vendieron, le avisaron al gobierno que se habían endeudado y éste se comprometió a devolverles los dólares. Antes del colapso, compraron dólares de los que traía el gobierno y se los llevaron a Miami. Cancelaron su préstamo, pero no le avisaron al gobierno. Cuando se produjo el colapso, se presentaron al gobierno para que les devolviesen sus dólares a fin de pagar su deuda debidamente registrada. Por supuesto, el gobierno no los tenía, pero los vivos tenían talento. El gobierno, en nombre de los vivos que decían no poder pagar en dólares, se hizo cargo de la deuda externa (que no existía) entregando pagarés en nombre de la República Argentina, una eufemístíca denominación que incluye a la gilada. A cambio de este pequeño favor, les pidió a los vivos que le pagasen a él en pesos, en cómodas cuotas y a bajo interés, esas obligaciones. La gilada estaba ausente; se enteró del caso cuando el gobierno tuvo que levantar los pagarés de la deuda externa sobre la base de su sacrificio. El modelo "plata dulce" terminó en la deuda amarga.
Lo más triste es que hubo otros modelos en el catálogo, como ocurrió, años más tarde, con el modelo "convertibilidad", un sistema monetario que fijó, mediante una ley, el valor del peso al valor del dólar. Durante doce largos años los argentinos fueron engañados y recién cuando todo explotó por los aires y en las calles se escuchaba el sonido de las cacerolas, acabaron de descubrir que la convertibilidad era una gran mentira.
Durante todos estos años, los sucesivos gobiernos fueron cubriendo los desequilibrios presupuestarios mediante la emisión de títulos de deuda externa que en su acumulación incrementaron la deuda externa de manera exponencial. Esta acumulación de préstamos sólo sirvió para pagar los servicios de la deuda y los sucesivos vaivenes presupuestarios. Con el financiamiento asegurado, en apariencia la ley de convertibilidad se cumplía. Otra vez los giles pedalearon y pedalearon alegremente al compás de la supuesta estabilidad, compraron espejitos de colores y se miraron en ellos, viéndose rubios, altos y de ojos celestes. Narcotizados por algunos años de pseudo bonanza, millones de giles se plegaron, de a uno y en fila india –como hacían los indios en las viejas películas de vaqueros, para que los mataran mejor– a esa estrategia demoledora, mientras los eslabones de la cadena de la bicicleta -otra vez los bancos-tomaban sus recaudos.
Sin dejar de pedalear, aconsejaron a sus clientes más poderosos (los vivos), a realizar giros bancarios al exterior con preferencia a Miami e Islas Caimán. De esta forma tomaron vuelo 20.000 millones de dólares que dejaron las arcas de los bancos prácticamente vacías e imposibilitadas a hacer frente a las obligaciones para con el resto de los depositantes y ahorristas (los giles). El modelo "convertibilidad" también tenía dos ruedas: la de los grandes grupos de poder económico-financiero, sobre todo transnacional (los vivos) y la de la inmensa mayoría del pueblo argentino (los giles).
Estas definiciones de los distintos tipos de bicicletas no las podemos encontrar en las grandes enciclopedias Larousse, Treccani, Británica o Encarta. Sin embargo, en la "Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana" llamada corrientemente "el Espasa", editada en España a comienzos del siglo XX, descubrimos definiciones mucho más pintorescas y aun caricaturescas, cuando se lee el artículo "Bicicleta":
"Modo de montar en bicicleta y de conservar la máquina: es preciso, ante todo, que el que monta no tenga miedo a las caídas. Es además conveniente que los brazos no estén rígidos. Hay varios sistemas de montar; los más usados consisten en ser­virse del pedal, o mejor montar teniendo la máquina entre las piernas. Para apearse, lo más cómodo es hacerlo por el pedal; al­gunos lo hacen por detrás y también apoyando el pie en una acera próxima. El eje del pedal ha de estar al tercio de la longitud de la planta del pie a contar desde los dedos. Al mover los pedales con­viene que la punta del pie se halle dirigida un poco hacia abajo. Para sostenerse, si la máquina se inclina hacia un lado, basta girar el manillar de modo que la máquina tienda a desviarse hacia el mismo lado.
Cuando se emprende una excursión en bicicleta es necesario llevar consigo un farol, una bomba, un neumático, una camisa de dormir (de seda), medias y pañuelos, una camiseta, un revólver y un mapa. Es práctico llevar varios botones y el dinero y el reloj en un cinturón, al cual irá sujeto la pistola o el revólver".
"Higiene de la bicicleta: según el médico inglés Herschell, el ejercicio de montar en bi­cicleta hecho con moderación es saludable, pero sin ella es muy peligroso. Es indispensable una máquina bien construida, el sillín debe ser cómodo para evitar irritaciones (prostatitis), el manillar no ha de ser muy bajo, debiendo estar el ciclista casi vertical, para lo cual las manecillas y el sillín se disponen generalmente a igual altura. El desarrollo no debe ser excesivo: 6 metros en terreno plano y 5 en montañoso, pueden considerarse como límites, que para seño­ras deben disminuirse en un 20 %. El piñón libre es reco­mendable siempre que se lleve freno. La bicicleta es de utilidad para los enfermos que necesitan actividad en la respiración, de­biendo practicarse el ejercicio en el campo. Es también saludable para los nerviosos en las mismas condiciones. Practicado sin mo­deración el ejercicio de la bicicleta es de los más funestos. Los cansancios repetidos ocasionan hipertrofia y otras enfermedades del corazón, dándose el caso de que algunos de los más afamados corredores se han visto libres del servicio militar por esta causa. Un afecto del pulmón puede ser origen de hemorragias. Cuando existe enfisema debe proscribirse la bicicleta por la dificultad en la respiración. Cuando los riñones no funcionan bien, el uso de la bicicleta puede ocasionar accidentes. Es saludable a los neurasté­nicos, cuando se practica su ejercicio en el campo. En todos los ca­sos conviene que el que se dedica a este ejercicio consulte a un mé­dico sobre la conveniencia del mismo. Debe considerarse como un ejercicio penoso y sumamente perjudicial el montar un triciclo destinado al transporte de objetos, sobre todo por gente joven. En algunos sitios está prohibido. El ciclista debe tomar alimentos de digestión fácil, evitar el uso de alcohol, tomando mejor caldo como estimulante, mezclado con extracto de carne. Cuando existe cansancio excesivo o agotamiento, el mejor remedio es el reposo tranquilo, como la siesta. No deben recorrerse más de 150 ki­lómetros por día en terreno ni a más velocidad de 15 km por hora".En fin, que cada uno elija el modelo que más le guste, sin dejar de atender las sabias recomendaciones del "Espasa" que, aunque vetustas, no dejan de tener validez.