22 de octubre de 2007

La catástrofe nuclear de Chernobyl

La explosión del reactor número cuatro, el 26 de abril de 1986, que liberó una cantidad de radiación equivalente a la de 500 bombas atómicas como la que arrasó Hiroshima, contaminó más de 150.000 kilómetros cuadrados de territorios de Ucrania, Rusia y Bielorrusia y mató en el acto a 31 personas, pero las victimas mortales que se cobró Chernobyl en los años posteriores se calculan en unas 300.000, de acuerdo con datos no oficiales de organismos rusos, ucranianos y bielorrusos.
La tasa de mortalidad más elevada se registró entre los cerca de 900.000 militares y voluntarios que acudieron a trabajar en la construcción del "sarcófago" y la desactivación de los territorios aledaños. De ellos, unos 55.000 han muerto en los primeros quince años siguientes a la explosión como consecuencia de las altas dosis de radiación; otros 150.000 quedaron inválidos y cerca de medio millón requiere de atención médica de manera periódica. Dos ciudades (Pripiat y Chernobyl) y 74 aldeas de las cercanías de la central, con una población total cercana a las 100.000 personas, fueron evacuadas en los días que siguieron al accidente, y muchas otras más de áreas cercanas fueron trasladadas a zonas libres de radiación.
La tierra, los árboles y el agua están contaminados, sobre todo en la zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor de la central, y pasarán siglos hasta que vuelva a recuperarse. El impacto económico ha sido, y sigue siendo, terrible.
Aunque el 15 diciembre de 2000 Ucrania clausuró la planta de Chernobyl, el peligro no ha menguado: casi doscientas toneladas de combustible nuclear siguen generando radiación letal dentro del "sarcófago", el gigantesco cubo de miles de toneladas de estructuras metálicas y de hormigón que cubre el reactor número cuatro de la fatídica central. Quince años después del mayor accidente en la historia del uso pacifico de la energía atómica, la central eléctrica nuclear de Chernobyl sigue siendo hoy una amenaza latente para millones de personas y el medio ambiente.
Según informa Víctor Budzinski, secretario del Consejo de Administración de la Fundación Taras Shevchenko, con sede en Buenos Aires, "la mortalidad infantil de Ucrania se sitúa en 21 muertes cada 1.000 nacidos vivos, casi el triple que el promedio europeo. Ucrania experimenta una gran caída en su natalidad y un inquietante aumento de su mortalidad. En solo cinco años, Ucrania perdió dos millones de habitantes al pasar de 52 a 50 millones, porque la mortalidad superó por lejos a la natalidad. Todos estos hechos se vinculan con el accidente de Chernobyl".
En 1997, la ONU lanzó un programa humanitario para las victimas de Chernobyl, pero debido a la escasez de fondos, la lista original de sesenta proyectos debió acortarse a solo tres en cada país afectado. Los proyectos se concentran en la descontaminación de jardines de infantes, escuelas y hospitales; la rehabilitación y la investigación sobre los efectos de la radiación sobre la salud, y la producción y el suministro de productos lácteos enriquecidos con vitaminas para reducir la incidencia de enfermedades vinculadas con la radiación. Así mismo, los proyectos propuestos incluyen el diagnóstico y tratamiento del cáncer de tiroides, la leucemia y el cáncer linfático, así como la investigación sobre las consecuencias de la radiación en los padres para evaluar la salud de sus descendientes.
Esos proyectos son "lo menos que la comunidad internacional debe hacer, no solo por las victimas de Chernobyl, sino para que las futuras generaciones extraigan alguna lección y algún beneficio del desastre", exhortó Kofi Annan, quien fuera secretario general de la ONU entre 1997 y 2006.
El accidente ocurrido en la madrugada del 26 de abril de 1986 consistió, básicamente, en una conjunción de fallas humanas y de diseño de la planta nuclear. Se originó en una serie de pruebas que, con el fin de mejorar la seguridad, se iniciaron en el reactor. La idea era verificar que la inercia de una turbina era suficiente, si se producía una interrupción abrupta de la alimentación eléctrica, para que los generadores mantuvieran en funcionamiento al sistema de refrigeración hasta que arrancasen los generadores diesel de emergencia. En la unidad 4 de la Central de Chernobyl, se intentó ese experimento después de haberlo realizado, con éxito, en la unidad número 3. Para llevarlo a cabo, era necesario llevar el reactor a un 30 % de su potencia de funcionamiento (3200 MW térmicos). En la madrugada del 25 de abril, se comenzó a bajar potencia y a las 13:00 hs el reactor ya estaba funcionando a un 50 % de potencia, cuando se desconectó una de las dos turbinas. En ese punto, las autoridades del sistema pidieron que se lo mantuviera por necesidades de la red eléctrica. La central quedó esperando la autorización para iniciar la experiencia, cosa que ocurrió a las 23:00 hs. Diez minutos más tarde se bajó la potencia del reactor. Por un error de operación, la potencia se bajó a un 1 %, provocando la condensación del vapor presente en el núcleo. Como el agua absorbe más neutrones que el vapor, esto introdujo reactividad negativa. Si la reactividad es cero, la reacción en el núcleo se auto sostiene y la población neutrónica se mantiene constante; entonces, se dice que el reactor está crítico. Si es positiva la población neutrónica crece y, por lo tanto, la potencia del núcleo aumenta. Si es negativa la población neutrónica disminuye y el reactor tiende a apagarse. Adicionalmente -al bajar la potencia del reactor- la concentración del radioisótopo Xe131 (un isótopo inestable que emite radiación espontáneamente) subió, introduciendo un fuerte aporte negativo adicional de reactividad. Esta situación produjo preocupación en los operadores, ya que el reactor se apagaba inexorablemente. Entonces, se decidió extraer todas las barras de control del núcleo, algo que no estaba permitido por los manuales de operación. Fue posible porque el diseño no contemplaba el enclavamiento del mecanismo. Con el reactor operando prácticamente sin barras, se alcanzó un 7 % de potencia, en un estado de alta inestabilidad. (Las barras de control absorben los neutrones excedentes, manteniendo al reactor estable o crítico. Su remoción introduce reactividad positiva). El reactor poseía un sistema automático de control de caudal por los canales. Al trabajar a tan baja potencia, el sistema hubiese tendido a la parada. Para evitarlo, los operadores desconectaron el sistema de parada por caudal e iniciaron el control manual del mismo. Nuevamente, la falta de enclavamientos permitió esta maniobra. En ese momento, todo el refrigerante estaba condensado en el núcleo.
A las 1:23:04 hs. del 26 de abril de 1986, se decidió desconectar la turbina de la línea de vapor, para iniciar la prueba. Para poder hacerlo, los operadores tuvieron que hacer lo propio con otros sistemas de emergencia. Al desconectar la turbina, las bombas comenzaron a alimentarse por la tensión provista por el generador durante su frenado inercial. La tensión fue menor y las bombas trabajaron a menor velocidad. Entonces, se formaron burbujas de vapor en el núcleo, insertando una altísima reactividad y, por lo tanto, un brusco incremento de potencia. A la 1:23:40 hs. un operador quiso introducir las barras de corte. Pero, ya era tarde. Para ese entonces, el reactor ya estaba a varias veces su potencia nominal. La presión en los tubos subió rápidamente, provocando su ruptura y estallido, levantando el blindaje de la parte superior del núcleo. Algunos fragmentos de combustible y grafito en llamas fueron lanzados hacia afuera, cayendo sobre el techo de las turbinas adyacentes, causando una treintena de incendios.
Para las 5:00 hs, los bomberos habían apagado la mayoría de ellos, con un terrible costo en vidas por la sobre exposición. Luego de fracasar en su intento de inundar al núcleo, los soviéticos decidieron cubrirlo con materiales absorbentes de neutrones y rayos gamma (plomo, arena, arcilla, dolomita). Del 28 de abril al 2 de mayo, se dedicaron a hacerlo desde helicópteros. Cavaron un túnel por debajo de la central, para introducir un piso de hormigón y evitar la contaminación de las napas de agua subterránea. Así consiguieron que cesaran las grandes emisiones de material radiactivo. El reactor fue finalmente recubierto con un "sarcófago" de hormigón, que provee un blindaje suficiente como para trabajar en los alrededores. Para evacuar el calor residual, se instalaron ventiladores y filtros. Muchas hectáreas de campo quedaron inutilizadas por la deposición de material radiactivo.
Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace España, afirmó: "La incidencia del cáncer ha aumentado en Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Entre 1990 y 2000 se documentó un incremento del 40% de todos los cánceres en Bielorrusia, con picos del 52% en Gomel, la región más contaminada. En Ucrania se registró un aumento del 12% y en áreas contaminadas de la región de Zhytomir en Ucrania, el número de adultos con cáncer aumentó casi tres veces entre 1986 y 1994. En la región rusa de Bryansk, la incidencia del cáncer aumentó 2,7 veces".
Sólo en Bielorrusia, se han identificado unos 7.000 casos de cáncer de tiroides debidos al accidente hasta 2004. Un estudio reciente da cuenta que el cáncer de tiroides en niños ha aumentado 88,5 veces, en adolescentes 12,9 veces y en adultos 4,6 veces. Las previsiones para Bielorrusia hablan de entre 14.000 y 31.400 casos extra de cáncer en 70 años. Con respecto a Ucrania en su totalidad, se prevén unos 24.000 cánceres de tiroides, de los cuales el 10% serán mortales.
El dramático aumento de los casos de cáncer de tiroides son muy superiores a lo esperado. Justo después del accidente, se predijo que se produciría sólo un ligero aumento de los casos de cáncer. Además estos cánceres han demostrado ser muy agresivos, con un periodo de latencia muy breve y una elevada tendencia a formar metástasis en un 50% de los pacientes. Este último factor obliga a tratamientos quirúrgicos repetidos para remover las metástasis residuales.
La leucemia empezó a aumentar significativamente en las poblaciones más expuestas unos 5 años después del accidente. Se ha estimado que la población bielorrusa podría llegar a sufrir hasta 2.800 casos extra de leucemia entre 1986 y 2056. De estos, hasta 1.880 serían mortales.
Desde 1995 en adelante se ha detectado también un aumento de los casos de cáncer de estómago, pulmones, mama, recto, colon, tiroides, médula ósea y del sistema linfático. Entre 1987 y 1999, se registraron aproximadamente 26.000 casos de cánceres inducidos por la radiación en Bielorrusia. De estos casos, el 18,7% eran cánceres de piel, el 10,5% cánceres de pulmón y el 9,5% de estómago.
Los trastornos cardiovasculares y del sistema linfático han aumentado considerablemente en Bielorrusia, Ucrania y Rusia. En Bielorrusia, las enfermedades relacionadas con la circulación de la sangre se han visto quintuplicadas, diez años después de accidente. En Ucrania, los trastornos en sangre y cardiovasculares aumentaron entre 10 y 15 veces entre los habitantes de las áreas contaminadas.
La acumulación de radionucleidos en el cuerpo de la mujer lleva a un aumento de la producción de la hormona masculina testosterona, que causa la aparición de atributos masculinos. En cambio, se hizo mucho más frecuente la impotencia entre los hombre de entre 25 y 30 años que viven en las regiones contaminadas por radiactividad. Los niños de los territorios contaminados sufren un retardo del desarrollo sexual. Las madres padecen de trastornos del ciclo menstrual y de una mayor frecuencia de problemas ginecológicos, anemia durante y después del parto, anomalías en el parto y nacimientos prematuros.
La explosión de Chernobyl desequilibró a toda la sociedad bielorrusa, ucraniana y rusa. Se ha generado una crisis general por distintos factores como, por ejemplo: realojamiento de poblaciones muy numerosas, pérdida de los terrenos agrícolas, contaminación de los alimentos, crisis económica, incremento del gasto sanitario a causa de los problemas generados por el accidente, problemas políticos, mano de obra debilitada, enormes costos estatales para la recuperación de la normalidad en las zonas afectadas, etc.
La doctora en Bioquímica Irene Szijan, especialista en Genética Molecular, advierte en un informe publicado recientemente: "Las consecuencias físicas y biológicas de la catástrofe de Chernobyl no fueron liquidadas totalmente en los últimos 20 años. Para mejorar la situación sanitaria y la salud de la población tiene que realizarse la eliminación de las causas de irradiación. Además es necesario que el registro de las personas afectadas no sea un banco de datos nada más. Se tiene que disponer de un eficiente monitoreo y los medios de tratamiento adecuados para todas las personas afectadas".
El costo de construir una protección permanente que reduzca el riesgo de contaminación cumpliendo todas las normas de contención de seguridad fue calculado en 1998 en 768 millones de euros. Ucrania, incapaz de obtener esa financiación en el escaso tiempo disponible, solicitó ayuda internacional. Varias conferencias internacionales han reunido desde entonces los fondos necesarios, a pesar de que el presupuesto ha ido aumentando sensiblemente a raíz de la inflación.
En 2004 los donantes habían depositado más de 700 millones de euros para su construcción y desde 2005 se llevan a cabo trabajos para la sustitución del sarcófago, cuya finalización está prevista para principios de 2008. Antes de construir el nuevo sarcófago habrá que extraer del reactor 3 el combustible que aun contiene. Para ello se está construyendo en la propia central un centro de almacenamiento de residuos de alta actividad.