25 de noviembre de 2007

La inocencia como argumento en la obra de Henry James

Henry James nació en Nueva York el 15 de abril de 1843, en el seno de una fami­lia aristocrática y a los seis meses sus padres lo llevaron a conocer Europa. Su abuelo había resuelto la situación eco­nómica de la familia "para que sus hijos y nietos no tuvieran necesidad de trabajar" y así, su padre, el filósofo Henry James, se en­contró "capacitado para llevar una vida de ocio" y poder dedicar su tiempo y energías a la solución de sus dudas religio­sas, las que se ponían de manifiesto en el conflicto planteado entre el bienestar material del que disfrutaba y su antagónico bienestar espiritual.
Estando en Inglaterra, entró en contacto con las ideas del filósofo sueco Emanuel Swedenborg (1688-1772), y for­muló sus propias teorías para conseguir la paz interior, consistentes en el rechazo de la distinción tradicional entre el bien y el mal. Su teoría de la educación estaba de acuerdo con sus planteamientos religiosos: rechazó todo dogmatismo, se negó a hacer juicios morales de cualquier tipo y mantuvo como norma la amplitud de ideas y la flexibi­lidad en la instrucción. De allí que no inculcase a sus hijos va­lores universales, sino que pretendió que atesorasen los valores parciales que pudieran encontrar en toda clase de experiencias. Así, como consecuencia de este principio educati­vo, la fa­milia se movió de un lado para otro.
A lo largo de estas peregrinaciones incesantes, los peque­ños James -Henry y el futuro filósofo y psicólogo William James (1842-1910)- asistieron a una serie de escuelas en Nueva York, en Newport, en París, en Boulogne, en Ginebra y en Bonn; y tuvieron tutores e institutrices que les llevaron a recorrer museos, a visitar castillos y palacios, y les explicaron la historia de Fran­cia, de Suiza, de Alemania o de Italia, en medio de largos paseos por los mismos escenarios en que se desarrolló esa his­toria. De este modo, las imaginaciones infantiles se fueron cargando de leyendas y sucesos, hasta conformar sus propios conceptos de Europa y de los europeos.
A partir de esta formación, el incipiente escritor y crítico literario Henry James se veía a sí mismo como el me­jor norteamericano, es decir, un hombre dotado de carácter, de ener­gía, de capacidad y de condiciones intelectuales, a lo que sumaba lo mejor del europeo, o sea, educación, refinamiento, sensibilidad y, sobre todo, cultura.
Este esquema elemental de James -en el que supone que el elemen­to esencial del norteamericano es su bondad natural y su inteligen­cia y, como contraste, el europeo, que tiene como elemento identificador la educación y la cultura- es lo que lo lleva a formular el tema base de toda su obra: la inocencia.
El primer tratamiento de Henry James sobre la inocencia lo constituyen sus novelas y relatos internacionales "A passionate pilgrim" (Un pere­grino apasionado, 1875); "Roderick Hudson",(1876); "The american" (El americano, 1877) y "Daisy Miller" (1879): en ellos hay siempre un grupo, el del extranjero, enfrentado a un segundo grupo, el del nativo, y la situación suele ser un conflicto en el que se resalta claramente la inocencia del primero. El desen­lace, fatal e irremediable, ya que no puede comprender las cir­cunstancias diferentes a su medio de vida habitual, es la des­trucción del protagonista a manos de sus antagonistas.
Un segundo tratamiento del tema de la inocencia apareció en "What Maisie knew" (Lo que Maisie sabía, 1879) y en "The pupil" (El alumno, 1891). En estas obras el inocente es un niño; el ambiente en el que se encuentra per­dido lo constituye el mundo de los adultos, y también el desenlace fatal será la muerte del inocente provocada por los adultos.
Un tercer tratamiento del tema de la inocencia lo encon­tramos en las historias ambientadas en el mundo intelectual y artístico. El contraste o enfrentamiento se dará entre el artista, como inocente y la sociedad vulgar y sin sensibilidad para comprenderlo, que a veces lo acepta y utiliza para, al fin, desecharlo. El desenlace será la muerte del artista por cansancio, por tristeza o por frustración, como ocurre en "The author of Beltraffio" (El au­tor de Beltraffio, 1885) y en "The death of the lion" (La muerte del león, 1894).
A partir de los años noventa, Henry James propuso un cuar­to y último tratamiento del tema de la inocencia: el contraste entre el mundo natural, por una parte, y el mundo sobrenatu­ral, por otra. Es un choque tan desproporcionado como los an­teriores, con la diferencia de que aquí se enfrentaban seres per­fectamente normales, adultos inteligentes y flexibles, cultos y de gran sensibilidad con un mundo sobrenatural como anta­gonista, ante el cual los protagonistas no pueden hacer nada. De esta época son los relatos de fantasmas más importantes en la obra de James. En "The turn of the screw" (Otra vuelta de tuerca, 1898), tenemos un doble plano de enfrentamiento: por un lado, el adulto sano e inteligente contra el mundo sobrenatural y como segundo plano de enfrentamiento, el de los niños con el mun­do, para ellos ininteligible, de los adultos.
En este último tratamiento del tema de la inocencia, los niños protagonistas son víctimas sin el menor rastro de culpa y sin la más mínima oportunidad de defensa. A esta conclusión arribó el escritor en sus tris­tes años de finales de siglo: a presentar el caso del hombre in­defenso, inocente de todo mal, de gran capacidad intelectual, pero enfrentado a una situación que él no ha provocado y de la cual ha de salir mal parado y dolorido, si no totalmente des­truido.
Tras casi treinta años de ausencia, entre 1904 y 1905 viajó por toda la costa atlántica de Estados Unidos, desde Nueva Inglaterra hasta Florida, lo que daría como resultado más inmediato la redacción de su obra "The american" (El americano, 1907), que consiste en la narración de sus impresiones de viaje desde la perspectiva del norteamericano largamente ausente de su patria, que contempla su realidad casi olvidada y que reflexiona sobre los profundos cambios que advierte.
Sólo cuatro de sus novelas: "The europeans" (Los europeos, 1878), "Washington Square" (1881), "The bostonians" (Las bostonianas, 1886) y "The Ivory Tower" (La torre de Ivory, inconclusa, publicada póstumamente en 1917) se refieren exclusivamente a la vida norteamericana. Algunos de sus cuentos son obras maestras. Escribió sobre escritores y artistas, así como sobre sus problemas, con una visión profunda. Hacia 1890 intentó escribir para el teatro y, aunque fracasó, aprovechó la experiencia para dar estructura dramática a sus novelas posteriores: "The wings of the dove (Las alas de la paloma, 1902) y "The golden bowl" (La copa de oro, 1904).
Henry James, cuya sexualidad era indefinida y sus gustos e intereses eran, de acuerdo con los niveles predominantes de la sociedad victoriana, bastante femeninos (jamás contrajo matrimonio), padecía un tartamudeo atenuado. Lo consiguió superar al desarrollar el hábito de hablar muy despacio y prudentemente. Afirmaba que la buena literatura debía parecerse a la conversación de un hombre inteligente, y ésta puede ser, quizás, la razón de su estilo de oraciones conversacionales. La prosa resultante fue a veces barroca, hasta el punto que su amiga, la famosa novelista Edith Wharton (1862-1937), que lo admiraba mucho, admitió que había algunos pasajes en sus obras que eran del todo incomprensibles.
En 1915 el gobierno británico le conce­dió la ciudadanía británica seguida de la "Orden del Mérito", que recibió a principios de 1916, poco antes de su muerte, el 28 de febrero de ese mismo año.