12 de junio de 2008

Pedro Orgambide, un caballero en las tierras del sur

Pedro Gdanski Orgambide nació en Buenos Aires el 9 de agosto de 1929, y su amor por las letras se despertó tempranamente. Ya entre 1942 y 1945 publicó sus primeros poemas en el periódico "Orientación" que dirigía Raúl González Tuñón (1905-1974). Su primer libro, "Mitología de la adolescencia", se editó en 1948, cuando regresó del interior del país, donde trabajó como peón de campo. Su primera obra teatral, "La vida prestada", la estrenó a los 20 años y en 1954, mientras trabajaba en la sección deportiva del diario "Noticias Gráficas", publicó su primer ensayo: "Horacio Quiroga, el hombre y su obra". Más tarde, asistió como cronista al bombardeo del 20 de junio de 1955 en la Plaza Mayo y, en plena Revolución Libertadora, desafió la censura y fundó la "Gaceta Literaria".
Poco después salió a la luz su primera novela: "El encuentro" y en 1959 recibió la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores por su novela "Las hermanas". Por esa época también comenzó a escribir cuentos para chicos y preparó "Crónica de la Argentina", que se publicó en 1962. Un año después estrenó en teatro uno de sus trabajos más reconocidos: "Concierto para un caballero solo". Tuvo que exiliarse en México en 1974 debido a las amenazas de muerte que recibió de grupos ultraderechistas. Recién volvió en 1983, con el regreso de la democracia. En México, con los escritores José Revueltas (1914-1976), Julio Cortázar (1914-1984) y Juan Rulfo (1918-1986), fundó en 1975 la revista "Cambio", y también fue profesor de Literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Publicó más de 40 libros, entre novelas, ensayos y biografías, y fue autor de obras teatrales y de libretos para la televisión. También fue periodista, guionista de cine y televisión, libretista, profesor universitario, redactor creativo de publicidad, bailarín de tango y folclore, y maestro de Estética en la Escuela de Danza Contemporánea de Ana Itelman (1927-1989) una pionera de la danza moderna y contemporánea en la Argentina. Los breves relatos que siguen aparecieron en "Antología personal" que se publicó en Buenos Aires en 1998:

JOVENES DE NOCHE
"No parecen los mismos. Pero ellos saben que los reconozco. Todas las noches los encuen­tro por las calles de la ciudad. Se hacen los distraídos, pero saben que los observo, que anoto cada uno de sus actos: a una de las chicas (la del pelo rojo y amarillo) la vi correr detrás de unos mu-chachones a los que provocó con sus obscenidades; a otra la en­contré drogada, tirada en ese callejón. En cuanto a esos dos, sé que se disfrazan, que se visten de mujer y cantan como locas a un costado de la ruta. Los más bullangueros van a las discotecas en sus motocicletas resplandecientes. Durante horas se agitan al compás de la música. Terminan extenuados, con las caras despin­tadas. Otra vez en la calle, buscan pretextos para pelear, esgrimen sus cadenas y puños de hierro y se golpean con los rezagados de la fiesta. Me ven pasar, saben que los observo. Pero ni ellos ni yo decimos una palabra. En cambio, ya bien entrado el día, cuando salgo de mi departamento, los vuelvo a encontrar e intercambia­mos saludos, frases de cortesía, como corresponde a gente de bien, de cierta edad. No parecen los mismos. Pero ellos saben que los reconozco. Al saludar a las ancianas, a los viejos que sa­len al pasillo con sus muletas y sillas de ruedas, ellos y yo sabe­mos que nos volveremos a encontrar esa misma noche".

EL INCREDULO
"Mienten los que dicen que Emiliano Zapata vive todavía. ¡Ni modo, mano, está muerto y bien muerto! ¡Si yo fui uno de los que lo mató! Mienten los que di­cen que anda en un caballo blanco por el desierto de Arabia. Puros cuentos, cotorreo de esos viejos que se llenan la cabeza, de pulque, de sueños y de pájaros. Se lo digo yo: está muerto. A mí no me falla la memoria ni la puntería. Si ahorita, de un balazo, puedo acabar con el vuelo de un zopilote de las sierras. Esto de que Emiliano vive es cuento, señor, toda esa historia del caballo blanco...
Así dijo el viejo. Sólo que aquella noche, el incrédulo, vio bajar de las sierras al caballo blanco y su jinete. Sacó su pistola. Pero tar­de. El jinete le disparó su 30-30. Se desparramaron en la tierra los pensamientos del incrédulo. Fue así como murió don Buenaventura Salazar, según dicen
".

Orgambide dejó una vasta y significativa obra literaria, que él mismo definió con sencillez así: "De esa tensión que remeda tantas veces el habla oral -eco de la vida de la gente, de la que uno es portavoz y memoria de otras voces- está hecha mi literatura, mis criaturas de ficción". Falleció en Buenos Aires el 19 de enero de 2003.