21 de octubre de 2008

Entremeses literarios (III)

EL NAUFRAGO Y EL CARACOL
Alfredo García Valdez
México (1964)

Náufrago en una isla desierta, cercado por la desesperación como por un mar de aguas transtornadas, el hombre tomó el enjoyado caracol de sobre la arena. En su primer crepúsculo de abandono, se lo llevó a la oreja y escuchó: sirenas de barcos que podrían salvarlo, chillidos de gaviotas, la canción de una dulce ballena, el eco de sus gritos de ese día, angustia de náufragos en islotes semejantes al suyo, rumor de orquesta en cruceros transoceánicos, el sonido de un delfín llamando a su cría, blasfemias de marinos borrachos, loros repitiendo versículos de la Biblia, canciones de mar en español antiguo, choque de escudos normandos, comerciantes fenicios recitando a gritos el alfabeto a los peces, pruebas nucleares en atolones de coral, guerra de barcos chinos fabricados con papel, el silbato del capitán Graaf van Spee, el romance enigmático que hechizara al conde Arnaldos, y el canto de las sirenas que la armonía del mar modulaba, dejándolo en una escala más soportable. Extenuado, bajó el hermoso aparato y lo tendió sobre la arena. Solo en el espacio numeroso y el tráfago de los siglos, consumido en el centro de los sucesos fáusticos, el hombre se preparó a morir. Rechazaba el rescate, después de haber rescatado él mismo al mar en la urna fatigada del caracol.


EL RELOJ
Charles Baudelaire
Francia (1821-1867)

Los chinos ven la hora en los ojos de los gatos.
Un día, un misionero que se paseaba por un barrio de Nankín se dio cuenta de que se había olvidado el reloj, y le preguntó a un muchacho que hora era.
El chiquillo del Celeste Imperio dudó al principio; después, volviendo sobre sí, respondió:
- Voy a decírselo.
Al momento presentóse nuevamente, trayendo un enorme gato, y mirándole, como suele decirse, a lo blanco de los ojos afirmó, sin dudar:
- Aún no son las doce en punto.
Y así era en verdad.



GLORIA EN EL BRONCE
Santiago Pedro Ruiz
Argentina (1937)

- Este gran estadista se llenó de gloria- dijo el orador frente a la estatua.
Después de la ceremonia, un linyera le preguntó al guardián de la plaza:
- ¿Dónde guardó este hombre tanta gloría?
- En sí mismo.
Esa noche el linyera, con una sierra de acero, cortó la estatua en dos.
Se enteró de algo que ignora la gran mayoría: las estatuas de bronce por dentro están vacías.



CONTRA LA PICADURA DEL ESCORPIÓN
Giovanni Pierio
Italia (1477-1560)

Si la víctima se acerca de inmediato a un asno y le susurra al oído "me ha picado un escorpión" montándolo seguidamente de cara a la cola, el dolor pasa al animal que, al decir de Zoroastro, muere al poco rato mientras lanza un pedo.


LA MANZANA Y LA LEY
Ana María Shua
Argentina (1951)

La flecha disparada por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está a punto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la otra a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a formularse la ley de gravedad.


SOLO
Rolando Revagliatti
Argentina (1945)

Desde que me quedé solo decreció mi optimismo. (Riego malvones a la madrugada. Volveré al lecho. Hasta que aburrido me dejaré caer, y lograré así reaccionar, sobreponerme y encarar el día, si no laborable para mí, que eso nunca, al menos...). Los que ya no están, con cariño y resignación, me instaban a la diurna vigilia.
¿Han contemplado a pájaros muriendo?... Yo los he contemplado. Corbatitas, jilgueros, chingolos..., despidiéndose a través de sonidos broncos y aislados, o de un piar chillón y sostenido. Ya no me afeito ni me peino, no recito églogas en el salón principal ni ensayo formas de saludo frente al gran espejo del vestíbulo. No hay artilugio ni práctica conspicua que pudiera adquirir o conservar. Duermo ahora con los pies envueltos en una bufanda y bebo el té amargo, sin limón ni cognac. Claro está, no espero ser visitado ni socorrido, aún en circunstancias extremas. Desde que me quedé solo, soy, a simple vista, un hombre infeliz.



EXCEDENTES DEL RETRETE (I)
Blas Sewald
Argentina (1954)

¡Eh! El regente Méndez cree que el gerente Reyes merece que se le respete. ¡Qué demente! ¿En qué sede pretende que se desempeñe ese mequetrefe? El repelente de Pérez se mete vehementemente en el Mercedes Benz celeste, ¿qué se cree ese pelele? ¿que es el edén terrestre? ¡El es pedestre! Desde que éste es el jefe emergente, me crece el estrés. ¡Qué pequeñez!


CABALLO IMAGINANDO A DIOS
Augusto Monterroso
Guatemala (1921-2003)

A pesar de lo que digan, la idea de un cielo habitado por Caballos y presidido por un Dios con figura equina repugna al buen gusto y a la lógica más elemental, razonaba los otros días el Caballo.
Todo el mundo sabe -continuaba en su razonamiento- que si los Caballos fuéramos capaces de imaginar a Dios lo imaginaríamos en forma de Jinete.



ROEDORES Y CARNICEROS
Elías Canetti
Bulgaria (1905-1994)

Mi deseo más ardiente es ver cómo un ratón se come vivo a un gato. Pero tiene que estar jugando con él el tiempo suficiente.


DE ESPALDAS HACIA EL FRENTE
Idries Shah
India (1924-1996)

- Las personas razonables siempre ven las cosas en la misma forma -le dijo un día el Khan de Samarkanda a Nasrudín.
- Ese es justamente el problema de la gente razonable -respondió Nasrudín-; entre ellos hay quienes siempre ven una sola cosa, cuando hay en potencia dos posibilidades.
El Khan llamó a los adivinos y filósofos para que le explicaran, pero ellos creyeron que Nasrudín pasó por el pueblo sobre un burro, montándolo de espaldas, de manera que miraba hacia la cola.
Cuando llegó al palacio adonde el Khan estaba sentado con sus consejeros, Nasrudín dijo:
- Alteza, por favor, pregunte a esta gente lo que acaban de ver.
Cuando el Khan les preguntó, todos dijeron:
- Un hombre que va montado en un burro con las espaldas hacia el frente.
- Ese es exactamente mi punto -dijo Nasrudín-. El problema de todos ellos es que no notaron que quizá era yo el que estaba bien y el burro el que estaba al revés.