20 de octubre de 2008

Henning Mankell: "La delincuencia es una creación de la sociedad"

La primera traducción al castellano de la famosísima serie Wallander del escritor sueco Henning Mankell (1948) -compuesta de ocho novelas y un tomo de cinco relatos cortos- es en realidad la sexta en orden cronológico. Se trata de "Den femte kvinnan" (La quinta mujer), la que se publicó en el mundo hispanoparlante al mismo tiempo que "Hunden som sprang mot en stjärna" (El perro que corría hacia una estrella), perteneciente a una tetralogía orientada al público juvenil (la que en 2007 se publicó en Argentina de manera completa bajo el título "Viaje al fin del mundo"). Tras ser reconocido en su país natal como dramaturgo, el escritor se propuso conseguir un punto de vista más ambicioso en su literatura. Para lograrlo se instaló en Mozambique, en cuya capital, Maputo, es director del Teatro Avenida. Desde entonces ha escrito allí buena parte de sus casi treinta libros publicados. La editorial Tusquets, responsable de la edición de "La quinta mujer" en español, publicó en su página oficial en febrero de 2003 una entrevista concedida por el escritor sueco al crítico literario mexicano Martín Solares (1970) a modo de promoción del lanzamiento de la novela.Sus primeros libros traducidos al español, "La quinta mujer" y "El perro que corría hacia una estrella" utilizan tonos y recursos tan opuestos que parecen provenir de dos escritores distintos. Por un lado, una novela de intriga irreprochable, llena de suspenso y personajes memorables; por la otra una narración lírica dirigida a los jóvenes, a partir de imágenes que provienen de la infancia. ¿Cómo desarrolló estilos tan diferentes?

Siempre estoy cambiando la forma de mis novelas, y también escribo para el teatro o el cine. Esto se debe a que, como cualquier campesino, creo que nadie debería plantar la misma cosecha dos años seguidos. Además, dedicarme a muchas cosas es un reto personal que me obliga a desarrollar la escritura.

¿Por eso se fue a vivir a Africa?

Sí. Básicamente fue por motivos racionales. Necesitaba encontrar un punto de vista fuera de Europa para ganar una imagen del mundo más compleja. Allá trabajo de seis a ocho horas diarias, y escribo en promedio unas cuatro páginas al día.

¿Tiene una cuota diaria?

No, para mí un buen día de trabajo tiene que ver más con el tiempo que logro trabajar que con el número de páginas que escribo.

Quien lea "La quinta mujer" tendrá la impresión de que usted se propuso evitar buena parte de las convenciones de la novela criminal. Cuando usted escribió este libro, ¿tenía la intención de romper con las fórmulas convencionales de la novela negra? ¿Se propuso escribir una historia realista y verosímil?

Yo nunca me he visto a mí mismo como un escritor de novelas policíacas. Creo que más bien estoy en otra tradición donde se usa el espejo del crimen para examinar a la sociedad, los tiempos y el mundo en el que te tocó vivir. Cuando me preguntan cuál es la mejor novela criminal que he leído, invariablemente respondo: "Macbeth", de Shakespeare. Nadie la calificaría como una historia criminal, pero es precisamente eso, al igual que "Heart of darkness" (El corazón de las tinieblas), de Joseph Conrad. Con esto quiero decir que no acepto incluir ningún tipo de estereotipos en mi trabajo.

El protagonista de "La quinta mujer", el inspector Kurt Wallander, es un detective reservado y meticuloso que se resiste a hablar en público, no fanfarronea ni responde con sarcasmos. Siempre trabaja en equipo y la sociedad en que vive no está tan corrompida como el Bay City o Los Angeles de Chandler. Además es olvidadizo y despistado, se enferma fácilmente, a menudo no le gusta su trabajo y su vida personal es un desastre. Con este personaje, ¿tenía la intención de criticar a los héroes convencionales de la novela policiaca, rudos e infalibles?

En cierto sentido pretendo que Kurt Wallander sea una especie de guía, como lo fue el personaje de Virgilio para Dante. Supongo que Wallander tiene mucho de antihéroe. A veces tiene miedo, siempre se está preocupando; pero por otro lado también es un policía experto y sabe que para resolver los crímenes debe averiguar qué es lo que está cambiando en la sociedad, lo cual lo obliga a ser un poco anarquista y a saltarse las reglas oficiales de vez en cuando.

¿Cuál diría que es su método para mantener el suspenso?

Siempre me imagino que tengo una página para atrapar al lector, y que después será demasiado tarde. También me gusta imponerme retos, como por ejemplo, contar los hechos más importantes no al final, sino al principio de cada historia. A partir de entonces el suspenso consiste en contar una historia sobre las razones por las que mis personajes no resuelven una situación tan rápidamente como el lector.

La lista de los psicópatas que pueden encontrarse en el cine y la literatura ha crecido notablemente en la última década. ¿Qué opina de este fenómeno? ¿El interés de la sociedad por los llamados "asesinos seriales" le parece significativo?

Es un hecho que estamos viviendo en la época de los "asesinos seriales". Y no es una ocurrencia mía: es un hecho que en todo el mundo ha aumentado de manera impresionante el número de los asesinatos "en serie". No sabría decir por qué, pero tiene que ver con que ha disminuido el respeto hacia los derechos humanos más elementales. El valor actual del hombre, por decirlo de manera figurada, es mucho menor al que tenía hace quince años.

Suecia aparece en sus libros como otro personaje. Por ejemplo, en "La quinta mujer" la sociedad civil de Ystad se llena de indignación ante los crímenes y su actuación tiene un peso importante en el desarrollo de la trama.

Estoy de acuerdo con usted. La sociedad y la época siempre tienen un papel importante en mis novelas.

¿Incluir el mundo real le sirve para incrementar el suspenso de la ficción?

En general, la época y la sociedad me parecen tan importantes en el desarrollo de la trama como el resto de las personas involucradas en la historia. Me parece que así ocurre con cualquiera de nosotros en la vida diaria.

¿Cuál fue la idea que originó "La quinta mujer"?

Todo lo que escribo está basado en algo que desconozco pero me gustaría entender. Nunca puedo escribir sobre un asunto si no me parece que contenga muchos interrogantes. Para "La quinta mujer" pensé en la gente que cree que el sistema de justicia ya no es apto para castigar el crimen, y me preguntaba por qué cada vez hay más gente que piensa que debe tomarse la justicia por su propia mano.

¿Y por eso incluyó aquel epígrafe? ("La tela de araña teje con amor y esmero su araña"). ¿Quería sugerir que son las sociedades modernas quienes provocan la aparición de sus propios fenómenos criminales?

No estoy muy seguro. Probablemente me interesaba enfatizar que con frecuencia debemos examinar la mayoría de las certezas que tenemos sobre la vida. Pero es evidente que, en un contexto más racional, puse ese epígrafe en el sentido que usted propone: para indicar que es innegable que somos animales políticos, cualquiera que sea la definición que ofrezcamos de nosotros mismos. Y en ese sentido, la delincuencia es una creación de la sociedad. Supongo que una buena manera de entender una sociedad es mostrándola en "el espejo del crimen".

Una de las cosas más fascinantes del libro es que sus detectives son seres humanos impresionables. ¿Cómo mantiene la integridad de sus actores?

Tratándolos con honestidad. Yo nunca me rehúso a presentar el lado negativo de mis personajes.

Supongo que con frecuencia sintió la tentación de hacer de Wallander un detective más agresivo o más perspicaz. En cambio usted prefirió respetar las limitaciones del personaje y dejó que fuera él quien decidiera cómo actuar y en qué momento hacer deducciones. ¿Cuáles fueron las reglas que observó para llegar a esto?

En todo lo que escribo observo una sola regla: la regla de la vida. Esta dice: "la única prueba de que algo es real surge cuando cambia ese algo".

Eso parece otro proverbio africano. Y a propósito, ¿le interesa la opinión de la crítica?

No. Prefiero la de mis hijos. Sea lo que sea que esté haciendo, me parece más importante lo que les cuento a ellos.

Por último, y recuperando la experiencia de vivir en Africa durante todo este tiempo, ¿cómo definiría una novela?

Una novela es un paisaje donde hace falta una carretera. Y la labor del novelista consiste en construir ese camino.