27 de octubre de 2008

Michel Houellebecq: "El sólo hecho de existir ya es una desgracia"

En diciembre de 2007, el escritor francés Michel Houellebecq (1956) viajó a Buenos Aires para pronunciar una conferencia sobre literatura francesa. Unos días antes de su llegada, la periodista Luisa Corradini mantuvo una charla telefónica con el autor que, con sólo cinco novelas escritas -traducidas a treinta y seis idiomas-, se convirtió en el escritor contemporáneo francés más célebre del mundo. Sus novelas son "Extension du domaine de la lutte" (Ampliación del campo de batalla), "Les particules élémentaires" (Las partículas elementales), "Lanzarote", "Plateforme" (Plataforma) y "La possibilité d'une íle" (La posibilidad de una isla). Además ha publicado poemas, crónicas y crítica literaria. Desencantado de la condición humana, eternamente deprimido, nihilista, misógino, Michel Thomas -tal su verdadero nombre-, es hijo de un guía de alta montaña y de una pionera de medicinas alternativas que nunca se ocuparon de él, por lo que creció con sus abuelos en un barrio de la periferia de París. Cuando en 1994 publicó su primer libro, ya se había divorciado de su primera mujer, había tenido un hijo y había sido internado en un hospital psiquiátrico, víctima de su primera depresión. Su segunda novela fue un éxito editorial que vendió 500.000 ejemplares en Francia. La publicación de su cuarta novela -en donde hizo algunas apreciaciones sobre el islam-, le valió amenazas y el abandono de su segunda mujer, por lo que dejó su país natal para residir alternativamente en Irlanda y España, donde escribió última novela. En general, las mujeres no son muy bien tratadas en sus novelas, ya que "no disfrutan como se debe del sexo" y "son incapaces de conocer el amor". La entrevista apareció en la revista "ADN. Cultura" del 1 de diciembre de 2007.¿Por qué escribió en su blog "cuando era escritor"? ¿Ha decidido dejar de escribir?

Es que escritor no es una profesión. No veo por qué, cuando uno no escribe, tiene que presentarse como escritor.

¿Qué hacer con alguien que atraviesa la vida como una condena?

El sólo hecho de existir ya es una desgracia. El hombre no es más que un adolescente disminuido.

¿En verdad usted es totalmente insensible a la juventud, a la belleza y a la energía?

Sí.

¿Y por qué razón?

No sé.

¿Es cierto que, para usted, la muerte justifica la vida?

Eso es un disparate. ¿De dónde sacó eso?

De una entrevista que dio hace un tiempo a una revista. Allí decía, además: "Saber morir bien debería ser un objetivo fundamental".

Condeno con energía esa afirmación. Yo no puedo haber dicho eso.

Antes de ir más lejos, ¿es verdad que usted es partidario de mentir cada vez que le resulta posible, sobre todo en las entrevistas?

Yo creo que no hay que dudar en decir cualquier cosa cuando la pregunta es desagradable.

Pero, en el caso de su biografía, usted también suele cambiar detalles con frecuencia.

Puede ser.

¿Es verdad que usted no siente una simpatía particular por los psicoanalistas?

Algo así. Con la excusa de reconstruir el "yo", los psicoanalistas realizan, en realidad, una escandalosa destrucción del ser humano.

Su libro "Plataforma" culmina con un atentado islamista donde muere la amante del narrador. Poco antes de la publicación del libro, usted desencadenó la ira y las amenazas de la comunidad musulmana de Francia tras declarar en una entrevista: "El Islam es la más boluda y la más asesina de todas las religiones". Aunque mucho se ha escrito sobre ese escándalo, no puedo dejar de preguntarle la razón de esa afirmación.

Yo creo que no vale la pena seguir elaborando sobre esas declaraciones. Mejor lo dejamos así.

Hablando de religión, en "Plataforma" usted se burla de la existencia del reino de los cielos.

¿Y qué otra cosa se puede hacer? ¿Tomárselo en serio?

Pero, entonces, ¿por qué afirma que una de las personas que más lo irritan es el filósofo ateo Michel Onfray? Finalmente, no hay mucha diferencia entre ustedes dos.

¡Desde luego que la hay! Onfray no tiene ni una décima parte de mi talento. Es un ignorante verborrágico. Los hombres no esperaron a Onfray para saber que Dios no existe.

Le recuerdo que usted está por visitar un continente donde más del 90% de la gente es creyente.

Pues, se equivocan.

¿Por qué vivió tanto tiempo en España?

Tengo tendencia a instalarme en el sitio en que escribo mis libros. La trama de "La posibilidad de una isla" se desarrolla en la isla canaria de Lanzarote, aunque yo vivía en Andalucía.

La novedad en esta última novela son las sectas. ¿Por qué?

Porque las iglesias monoteístas -que agonizan- están siendo reemplazadas por raelianos y cienciologistas de todo tipo.

En "La posibilidad de una isla", Daniel termina en el seno de una secta que "venera a unas criaturas extraterrestres, responsables de la creación de la humanidad". Paralelamente, Daniel 24, clon del clon del clon de Daniel, especie de neo-humano que vive en el futuro, sin deseos ni pasión, ve a los últimos hombres sobrevivir en un estado cercano al salvajismo. ¿Usted cree realmente que la vida es tan terrible?

Creo que, en la actualidad, los hombres no sirven para nada, excepto para preservar la especie.

Pero, entonces, ¿en qué categoría coloca usted la creación? ¿Qué es escribir, hacer música, dirigir una película, como acaba de hacerlo usted?

No sé. Quizás haya en todo eso una dimensión sensual o lúdica.

Por otra parte, se puede decir que en sus libros da una importancia particular al amor. Hay una frase interesante de un protagonista de una de sus historias que podría ser suya, según la cual, el amor puede resolver los problemas espirituales. "Saber amar es una sabiduría superior".

No me acuerdo, pero se me parece mucho. En mis libros, los personajes capaces de amar suelen ser bastante bien tratados...

Para la salida de este libro, abandonó a su editor y firmó contrato con Fayard, que incluyó los derechos del film que acaba de realizar. En el sofisticado mundo de la edición francesa, su gesto fue comparado con un "vulgar pase futbolístico". El escándalo sirvió para hacerle perder el Goncourt que parecía estarle destinado.

Es que "La posibilidad de una isla es", sin duda, mi mejor novela. Creo que es el mejor de mis libros porque es la síntesis de todo lo que he hecho hasta ahora. La tercera parte de esa novela es realmente novedosa. Esa parte permite adivinar la dirección que tomaré a partir de ahora: es casi seguro que, de aquí en más, evolucionaré fuera del mundo.

Hablando del mundo. En ese libro escribió que "el mundo es de tamaño medio". ¿Qué quiere decir eso?

No lo sé. Pero es una linda expresión. Creo que nunca hay que perder de vista la dimensión estética de la escritura.

¿Aunque lo que uno escribe no quiera decir nada?

Tal vez.

Usted también suele afirmar que la literatura es el único arte conceptual.

¿Y usted no lo cree?

En realidad imagino que debe de haber muchos plásticos o cineastas que no estarán muy de acuerdo.

Me da igual.

Hay otra frase suya que es muy interesante: "Aprender a ser poeta es desaprender a vivir".

Es verdad. También pienso que la poesía es más importante que la prosa. Porque se acerca mucho más a la categoría platónica de la belleza.

¿Houellebecq cree en lo que escribe?

Mi obra no es autobiográfica.

¿Usted se da cuenta de que esta entrevista ha sido difícil?

Probablemente.

Daría la sensación de que hablar con la prensa le provoca una fatiga existencial.

No solo con la prensa...

¿Con quién más?

Con todos. Con el tiempo me he transformado en un auténtico misántropo.