30 de enero de 2009

Herman Mayr: "La música es un mar en el que uno se puede mojar sólo los pies o nadar kilómetros hacia adentro"

Corrían días difíciles en el país. La Argentina atravesaba los momentos más crueles y sanguinarios de la dictadura, signados por los monstruosos secuestros, torturas y desapariciones de miles de ciudadanos. En aquel escenario fantasmal que era el Buenos Aires de entonces, venía al mundo Herman Mayr (1977), en la misma calle en que había nacido su abuelo sesenta años antes y en el mismo barrio en que su bisabuelo, un inmigrante alemán que, habiendo llegado de su Nuremberg natal a fines del siglo XIX, había fundado un club para miembros de la colectividad. El futuro multi-instrumentista, hijo de un estudiante de Economía en la Universidad de Buenos Aires y de una joven descendiente de laboriosos inmigrantes españoles e italianos, comenzó a tocar guitarra y piano desde muy pequeño. Tal vez influido por los muchos músicos aficionados que había en la familia, ya desde su adolescencia y mientras cursaba su enseñanza secundaria, empezó a estudiar música en distintos conservatorios y a perfeccionarse en técnicas de jazz y folclore con los maestros Carlos Sánchez, Ricardo Pellican y Claudio Lafalce. Desde los catorce años participó en varias bandas de rock y blues, haciendo sus primeras presentaciones en pequeños bares y cafés del Gran Buenos Aires. Hacia sus veinte años, tras perfeccionar sus estudios de piano con el maestro Juan Carlos Cambas, se volcó hacia el tango y el folclore argentino, aunque sin abandonar su gusto por la experimentación que lo llevó a incursionar en la bossa nova, la música latina y el jazz. Poco después emprendió un viaje iniciático de dos años recorriendo el noroeste argentino y recalando en Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú, lugares en los que cultivó un aprendizaje profundo abiertamente relacionado con las diversas culturas musicales de cada región. A su regreso participó en el disco "Almas en el viento" del pianista Juan Carlos Cambas, acompañando a Mercedes Sosa en la cancion "Guemes, el guerrillero del norte", entre otras canciones, y luego, en 2002, se radicó en España. Para entonces ya ejecutaba varios instrumentos, entre ellos bajo, charango, guitarra, teclados, percusion y aerófonos (flauta, quena, siku, zampoña, etcétera). En Europa, acompañado por otros músicos latinoamericanos, realizó presentaciones en pequeños teatros y auditorios de España, Portugal, Francia, Inglaterra, Turquia, Chipre y Grecia, país en el que vive en la actualidad. Un día antes de su presentación del 1 de febrero de 2009 en el Auditorio de Ribadumia, en la gallega provincia de Pontevedra, fue entrevistado en Barral, Ourense, donde se encontraba ensayando, por Blas Sewald, colaborador de esta página. Lo que sigue a continuación es el resultado de esa charla.



¿Cómo comenzó tu relación con la música?

Mi relación con la música comenzó desde niño. De mi familia más cercana incorporé música de muy diferentes géneros. Recuerdo que a los seis años escuchaba canciones prestando especial atención a diferenciar lo que cada instrumento aportaba dentro de una banda. Más o menos a mis nueve años empecé a tocar guitarra y piano. Cinco años más tarde tocaba el bajo en una banda melódica y la guitarra en una de rock y blues. Por esa época fue que la música acaparó completamente mi vida y sentí, por primera vez, casi con desesperación, la necesidad de expresarme a través de los instrumentos. Fue así que, dinerito que juntaba lo destinaba a comprar instrumentos. En mi habitación tenía varias guitarras, bajo, baby bass, batería, teclado, trompeta, acordeón, charango, quena, tambores, armónicas, etcétera. Y sigo igual; el año pasado compré un violín y hace poco, de gira por Estambul, un baglamá turco.

¿Cuál es la primera canción que recordás?

Más que una canción en especial recuerdo un disco y es de María Elena Walsh.

¿Cuándo te relacionaste con el folclore argentino?

Tomé contacto con el folclore argentino hacia el año '96 cuando decidí estudiar guitarra con el maestro Carlos Sánchez. El me introdujo en el ambiente, y poco tiempo después me presentaría al gran pianista -y ahora también gran amigo- Juan Carlos Cambas, que no sólo me haría conocer el folclore en todo su esplendor, sino que también me permitiría compartir escenario y estudio con los grandes del folclore argentino en la grabación y presentación de su disco "Almas en el viento" en el que participaron, entre otros, Mercedes Sosa, Jaime Torres, Raúl Carnota, Jairo, Abel Pintos, Domingo Cura, China Zorrilla, Eduardo Lagos y Suma Paz.

¿Estás al tanto del movimiento musical folclórico de tu país?

No tanto como quisiera. El hecho de estar viviendo en Grecia me limita a conocer lo nuevo sólo a través de recomendaciones de amigos y colegas con quienes me comunico esporádicamente debido a la distancia que nos separa. No obstante, sí estoy al tanto de que el folclore argentino sigue sumando oyentes.

Viendo por TV los tradicionales festivales de verano que se realizan en distintas localidades de la Argentina, se advierte una gran innovación en lo que respecta a la utilización de instrumentos musicales alejados del folclore tradicional como la guitarra y el bajo eléctricos, la batería, teclados electrónicos y hasta instrumentos de viento. ¿Qué opinión te merece semejante evolución?

Creo que la música folclórica es parte importante de la cultura de un país. Y la cultura está en constante cambio y crecimiento. Esta evolución es dirigida por lo que el público, que siempre es mayoría, aprueba o no. Cuando escucho una melodía de sintetizador en una zamba, analizo primero si me conmueve y, en segundo lugar, si puede denominarse "folclore" o necesita una denominación más específica. Pero bajo ningún punto de vista condeno la innovación.

¿Cómo ves las tendencias, los gustos y las modas musicales de las nuevas generaciones?

Creo que se está llegando al final de una etapa y comenzando otra. Si bien lo que la mayoría de los medios de comunicación difunden es "música chatarra", por otra parte internet da a elegir. Esta opción, cada vez mas común, permite el acceso a música de todas partes del mundo. Y ya es sabido que en la variedad está el gusto.

¿Ha sido la nostalgia una fuente de alimentación para tu música?

Si, por supuesto. Aunque ni más ni menos que la alegría y la tristeza y la aventura y la rutina.

¿Pensás que existe algún tipo de discriminación hacia el artista sudamericano? ¿Cómo fueron recibidos ustedes en cada lugar de Europa en que han tocado?

No, al contrario. Los europeos son gente muy abierta que, en general, respetan el trabajo de los artistas. Cierta vez, participando en un espectáculo de música callejero en Nicosia, capital de Chipre, un espectador nos invitó a comer y dormir en su casa. Esta es sólo una anécdota entre muchas otras de igual o más valor. De los diez países de Europa en los que estuve, sólo en Inglaterra sentí cierta indiferencia para con los artistas. Al menos, esa fue mi impresión.

¿Hacia que público te parece que se orienta la música que vos hacés?

Los músicos que componemos a través de la fusión de diferentes géneros, la mayoría de las veces nos vemos imposibilitados de encasillar el estilo al cual pertenecemos. De igual manera sucede con el publico que yo llamo "descubridores de música". Gente que, por ejemplo, habitualmente no escucha jazz pero sí tres o cuatro CDs que encontró de su agrado. Siento que mis canciones están orientadas a este tipo de oyentes.

¿Qué ha pasado con tu música en los años que abarcan desde tu llegada a Europa hasta hoy?

Realmente no siento que haya influenciado en mi música el hecho de vivir en Europa. Pero sí en mis letras. La necesidad que tenemos de ser entendidos al comunicarnos hizo que adoptara palabras del castellano español, del portugués y del italiano. Tanto al hablar como a la hora de componer, siento que determinada palabra de un idioma vecino describe mejor lo que pretendo expresar.

¿Se podría entender que has tenido una evolución musical sin sobresaltos, con la maduración que da el oficio?

La música, como cualquier otro arte, es un aprendizaje constante e interminable. Es un mar en el que uno se puede mojar sólo los pies o nadar kilómetros hacia adentro. Desde que me siento músico, entré y salí varias veces del agua. Incluso recuerdo haberme quedado meses en la costa tan sólo mirando el horizonte. Hoy por hoy me siento bien flotando mar adentro, donde ya no hay olas. Espero que el próximo sobresalto me lleve para el lado del océano.

¿La música ayuda a recuperar cierta normalidad en el mundo en que vivimos?

Se dice que la música es el lenguaje por el cual todos podemos entendernos. Siendo así, y redundando en la respuesta anterior, escuchando música recibimos una especie de guía que nos propone una actitud a tomar. Bajo esta premisa no recomiendo el punk ni el trash metal... ¡ja, ja, ja!

¿Cuál es la función de un artista?

Si hay una característica que destaca en un artista es su capacidad de transmitir. Transmite información a través de sensaciones. Basándome en esto, tengo la pauta de que un artista debe conocer sus miedos y virtudes y transmitirlos para alertar e instruir.

¿Qué tipo de música escuchás?

Escucho música de prácticamente todos los estilos. Así como un escritor se nutre de leer mucho y variado, creo que un músico se forma conociendo toda la música que esté a su alcance.

¿Cuáles son tus influencias más importantes?

Me siento influenciado principalmente por el folclore sudamericano, tango incluido, el jazz y la bossa nova. Y en mis canciones veo reflejada la fusión de éstos.

¿Quiénes son tus músicos preferidos?

Son muchos. Pero voy a nombrar diez: Astor Piazolla, Michel Camilo, Charly García, Luis Salinas, Silvio Rodriguez, Paco de Lucía, Jorge Drexler, Joao Gilberto, Bobby McFerrin y el Chango Farías Gómez.

¿Qué estás preparando últimamente?

Estoy en plena grabación de lo que será mi primer disco como solista. Este disco es un resumen de veinte años, desde mi primera composición hasta las últimas con letras en griego. Calculo que entre mayo y junio de 2009 estará a la venta a través de internet.