8 de septiembre de 2009

Quentin Tarantino: "Parte de convertirse en un artista es en realidad el descubrimiento de la propia estética"

El director, actor y guionista cinematográfico estadounidense Quentin Tarantino (1963) nació en Knoxville, Tennessee y estudió en South Bay, al sur de Los Angeles, donde asistía a menudo al cine, escuchaba música rock y leía historietas. Abandonó el colegio a los diecisiete años y comenzó a interesarse por directores europeos como Truffaut y Godard, al tiempo que trabajaba en un videoclub, el Video Archive de Manhattan Beach, California. En 1987 escribió su primera obra, "True romance" (Amor a quemarropa), que finalmente sería dirigida por el británico Tony Scott (1944). Luego comenzó a trabajar en "Reservoir dogs" (Perros de la calle), que se convirtió en su primer éxito tras el reconocimiento crítico obtenido en el Festival de Sundance. En 1994, "Pulp fiction" (Tiempos violentos) escrita y dirigida por él, obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cannes. Un año después dirigió una de las cuatro partes de la película "Four rooms" (Cuatro habitaciones), para luego rodar "Jackie Brown" sobre una novela de Elmore Leonard (1925). Después de escribir algunos guiones para otros directores -"Natural born killers" (Asesinos por naturaleza) y "From dusk till dawn" (Del crepúsculo al amanecer)-, en 2003 estrenó "Kill Bill. Vol. 1", una película de artes marciales cuya segunda parte, "Kill Bill. Vol. 2", se estrenó al año siguiente. "Death proof" (A prueba de muerte) fue su último largometraje antes de "Inglorious bastards" (Bastardos sin gloria), film bélico ambientado en la Segunda Guerra Mundial de reciente estreno que motivó la entrevista realizada por Leonardo D'Espósito para la revista "C" nº 77 que acompañó la edición dominical del diario "Crítica" del 14 de agosto de 2009.¿Eligió a Diane Kruger porque le recuerda a Uma Thurman?

No. Si hubiese querido a Uma habría elegido a Uma. ¡Já, já, já! No. Fue, francamente, porque ella me recordaba a Shoshanna, el personaje protagónico. Shoshanna es un personaje que me preocupó por un largo tiempo y que he tenido en mente durante años, así que fui muy preciso para elegir quién la encarnaría. Y tenía que ser la adecuada. Pero conocí a Mélanie Laurent. Daniel Brühl ya había sido elegido y audicionaron juntos: él leyó con ella y fue como la magia de las antiguas estrellas de cine. Me dije: "Dios, si esto fuera una película en los años '40, Daniel y Mélanie serían los que interpretarían estos papeles". Me di cuenta de que sería una maravillosa colaboración entre los dos.

Cuando estaba en Berlín, ¿encontró un bar llamado Tarantino's?

Sí.

¿Que sintió cuando entró?

Fue genial. Había escuchado algo sobre este bar, mucha gente me había contado y hasta me habían dado la cajita de fósforos del lugar. Finalmente dije: "Tenemos que ir". Ese día cenamos y después nos fuimos al bar. Era un lugar genial, muy genial. ¡Já, já, já! Quiero decir: lucía como un bar que hubiese abierto yo, en Alemania o en cualquier otro lado. El color es genial, tiene mis afiches por las paredes, constantemente pasan mis películas en una pantalla gigante y suenan mis bandas de sonido.

Y cuando usted entró…

Entré y resultó que el dueño sólo amaba mis películas. Abrió ese bar hace tres años, sin saber si yo entraría por esa puerta alguna vez. Fue genial cuando caminó hacia mí y me dijo: "¡Bienvenido a tu lugar!" ¡Já, já, já! Después tuvimos unas cuantas fiestas allí. Hemos tomado muchos tragos en ese lugar. Fue una locura.

¿Cómo se siente cuando escucha hablar acerca del "estilo Tarantino"? ¿Cómo describiría su estilo?

Escuché que se tiraba ese término. No sé si está bien que yo lo diga. Pienso que es más para que otra gente me diga a mí cuál es mi estilo. Es una pregunta difícil, ya que cuando hacés lo que hacés, no estás del todo consciente de cómo es lo que querés hacer, sino que simplemente lo hacés. Pero, bueno… una de las cosas es solo un toque, es un sentido del humor que hay en mis películas. En todas hay algo que estoy tratando de llevar a cabo y una de las cosas que creo que estoy tratando de hacer es llegar a reírme de cosas que no son divertidas. Quiero decir que, cuando yo escribo mis películas, oigo risas. No estoy diciendo que es una desenfrenada comedia, pero hay risas. Cuando estoy haciendo la película, imagino risas; cuando la estoy editando, lo hago sabiendo que habrá risas que van a redondear las cosas. Esa es mi expectativa, y cuando finalmente veo la película con un público por primera vez, ésa es la conclusión. Es como una receta de cocina, que necesita un último ingrediente para que salga correctamente. Y así es para mí: no sucede hasta que termino de ver la película con audiencia. Esa es la recompensa, y escuchar sus risas es saber que la película está hecha. Ahí me digo: "Ahora está terminada". Pero parte de ese método, de esta locura, es la idea de que se ríen de cosas de las que normalmente no se ríen y podría ser incluso cuestionándose "¿por qué me estoy riendo de esto?". Pero usted se está riendo de todos modos, y también de lo malo, usted es cómplice.

¿Cuál era su imagen de Alemania antes de hacer esta película y cuánto ha cambiado después de que fue y trabajó con tantos alemanes?

Tu imagen siempre va a cambiar drásticamente después de vivir y trabajar durante ocho meses en un lugar. Tenía mi pequeño departamento, mi pequeña ruta por donde caminar, los bares y restaurantes que me gustaban, ahora hay amigos que tengo que visitar. Alemania es mía ahora. Es como que puedo ir y visitar amigos por el resto de mi vida. Y tengo lugares donde ir, que ahora son míos. Por lo tanto, una de las mejores cosas de filmar en un lugar es llegar a convertirlo en eso. No puedo ser muy específico sobre las cosas que yo no había pensado antes, las que fueron una revelación, todo eso. Lo de hacer caer al Tercer Reich, en el modo en que lo hice, darles eso a amigos míos judío-norteamericanos, es una fantasía maravillosa. He tenido esa fantasía siempre. Y no fue hasta que empecé a hablar con los alemanes sobre el tema que me di cuenta de que era su fantasía también. Las tres últimas generaciones, al menos -más aún, pero voy a decir con seguridad las tres últimas generaciones- han tenido esa fantasía. Y ellos responden a esa fantasía, y frente a esta película de deseo, tanto como cualquiera sino más que cualquiera. Una de las cosas que me dijeron fue un gran tema: les encantó el guión, pero una de las cosas que amaban fue que no sabían si se podría hacer en Alemania. Algo como "no sé, no sé si estamos autorizados para hacerlo, podrías salirte con la tuya, pero esto no se puede, no se le ocurriría incluso a un alemán hacerlo, si lo hacés, debés ser cuidadoso, maldita sea". ¡Já, já, já!

¿Sacrificaría su colección de películas por matar a Hitler?

Oh sí. Sí, sí, sí. ¡Já, já, já! Por supuesto.

¿Espera una recepción diferente en Alemania? ¿Diferente que el resto del mundo?

Sí, creo que va a ser diferente, porque va a ser Acción. Tarantino en rodaje y una más popular. Creo que con el elenco alemán que tengo, trabajando en la máxima calidad, y siendo capaz de oír un diálogo hablado en alemán, pero aun así en mi estilo de diálogos y con todos los aspectos que hablamos antes… sí, tiene que ser uno de los países con mejor recibimiento.

En su película, el cine salva el mundo, pero usted usa el celuloide para explotar todo. ¿Es una especie de metáfora para usted? ¿Qué intenta decir con esto?

Bueno, por un lado, lo que es interesante para mí es que hay una metáfora muy jugosa y, por otro lado, no hay metáfora: es todo literal. Es la película en sí misma la que hace caer al Tercer Reich, ¿de acuerdo? Me encanta la dualidad del hecho de que funciona como una gran metáfora, pero también es una realidad y no sólo una presunción poética; pero es la película la que lo lleva adelante. Amo esa dualidad. Recuerdo que, en un punto, tenía a la protagonista iniciando el fuego y me dije "OK, ¿con qué debería iniciar el fuego?, ¿con una película de judíos?, ¿fue la creación de Goebbels la que hizo caer a los nazis?, ¿o debería iniciar el fuego con la primera parte de "La grande illussion?" (La gran ilusión)". Entonces sería papá Jean Renoir el que hizo caer al Tercer Reich, ¡já, já, já!

"Inglorious bastards" es el título con que se estrenó en Estados Unidos, en 1978, la película del italiano Enzo Castellari "Quel maledetto treno blindato" (Aquel maldito tren blindado). ¿Hubo alguna influencia de Castellari en el film?

Sí, bastante. Como Sam Peckinpah, Castellari es un maestro de la cámara lenta. Tiene grandes secuencias en cámara lenta en sus películas y son geniales. Y salieron un par de esas secuencias en cámara lenta en la película. Pero porque yo soy un gran fanático de la labor de Castellari.

El estaba terminando una película titulada "Caribbean basterds" (Bastardos del Caribe), ¿ha visto que "Bastardos sin gloria" le dio impulso a Castellari en el mercado?

Sí, los "Bastardos del Caribe" ¡já, já, já!... Podría tener que hacer un cameo en esa película, ¡já, já, já!

"Bastardos sin gloria", como todas sus películas, está perfectamente hecha, aunque usted nunca fue a la escuela de cine. ¿Cómo aprendió? ¿Es posible aprender cine solo mirando películas?

Es gracioso. Para mí, la mayoría de las escuelas de cine no enseñan tanto estéticamente, me refiero a lo que se necesita para llegar a tener una estética propia. Y, de hecho, parte de convertirse en un artista es en realidad el descubrimiento de la propia estética. Quiero decir: se puede enseñar la sincronización de sonido con imagen, o algunos trucos de edición diferentes, o pueden enseñarte a hacerlo con una cámara de alta resolución y bla bla blá, te muestran algunas películas, pero parte de todo artista es descubrir su estética. Empezás haciendo, diciendo: "me gusta esto y esto no" y después... Pero después, una vez que empezaste a "quiero ser un artista", entonces tenés que empezar a darte cuenta realmente de la diferencia entre un buen trabajo y un mal trabajo. No es igual a "me gusta esto, no me gusta esto". Y así le empezás a dar forma a tu estética. Y lo ponés en práctica. Puedo decir que la persona que más me influyó, sobre todo en mi narración, en mi forma de hacer cine o en mis graciosos niveles técnicos, tanto como en los temas, fue la crítica Pauline Kael. Ella fue. No fui la a escuela de cine, pero leía sus columnas y estoy aquí para decir que pienso que cualquier crítica de cine es mejor que cualquier escuela de cine, mejor que cualquier profesor. Ella me enseñó una estética y yo la aprecio. No estoy diciendo que estoy de acuerdo con ella todo el tiempo. Puedo estar en desacuerdo con muchos de sus comentarios, pero es una forma de ver el cine que me afectó y me sigue afectando. Pero ahora también, en lo que tiene que ver con el hacer películas en particular, me tomó un tiempo darme cuenta de que, no mientras hacía películas sino antes, me transformé en cineasta. Me di cuenta de que no necesitás saber todo. Que no necesitás saber cómo tomar un montón de luces y ponerlas para crear determinado efecto. Hay gente que hace eso por mí. Ese es un buen ejemplo, porque yo no sabía cómo crear cierta iluminación, uno no las crea. Para decirte donde me ocurrió esto: fue antes de que hiciera "Perros de la calle". Estaba en el Instituto Sundance, hice unas cuantas escenas de esa película y uno de mis directores de recursos fue Terry Gilliam. Tuve una linda conversación con él. Tenía miedo: tenía todas estas maravillosas imágenes en mi cabeza y estaba asustado con que el día que empezara a filmar no hubiera sentido del estilo, con que no hubiera mirada, que todo acabara por ser monótono. Había visto esa clase de películas y, ¿cómo hacía para que mi visión estuviera en la página? En la pantalla, quiero decir. Entonces, le dije a Terry: "Vos tenés algo muy visual, ¿cómo lo lográs en la pantalla?". El me dijo: "bueno, Quentin, el tema es que no tenés que hacer esto o lo otro, vos contratás gente para hacerlo. Lo que tenés que hacer es contratar grandes profesionales, de quienes admires su trabajo y simplemente articules con ellos lo que querés. Tenés que poder decirles qué querés y articularlo de una manera que puedas entenderlo; entonces, si vos lo entendés, ellos también". En ese momento mucho de los misterios se fueron. Estaba como "yo sé qué quiero, sé que puedo hablar de eso y que puedo explicártelo, ésa es una de las cosas que puedo hacer"… Bueno, eso es todo lo que necesitás hacer, ¡já, já, já!

Sus películas siempre tienen personajes femeninos muy fuertes, ¿por qué es eso? ¿Podría tener que ver con el hecho de que su madre ha sido una influencia muy importante en su vida o hay otras razones?

Bueno, no, no, eso sería... Estoy seguro de que es, definitivamente, una de las razones, pero también creo que es la semilla original. Es un hecho que cuando sos criado por una madre soltera y ella es una mujer fuerte y, a continuación, uno... Mujeres fuertes, así es como uno piensa que son todas las mujeres. Con mi mamá criándome y siendo exitosa, nunca sentí que había algo que una mujer no pudiera hacer. La mujer solo se limita con sus propias insuficiencias. No con las insuficiencias del mundo. Porque nada limitó a mi mamá. Por lo que tiende a atraerme y por pensar en las mujeres como fuertes, entonces cuando escribo, termino escribiendo sobre eso.

¿Fue "Dirty dozen" (Doce del patíbulo) una influencia para su película?

Adoro esa película, amo esa película. Sí, fue una gran influencia. Pienso que podría ser más que una influencia, que acabó convirtiéndose como en el punto de inicio. Cuando me senté a escribir "Bastardos sin gloria" pensé que iba a escribir mis "Doce del patíbulo". No resultó de esa manera, pero es eso lo que me llevó a sentarme a escribir.