21 de febrero de 2010

Beatriz Sarlo: "La ciudad del capitalismo tardío globalizado tiene, básicamente, una forma de mercado"

La ensayista argentina Beatriz Sarlo (1942) fue catedrática de Literatura Argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y ha dictado cursos en las universidades de Berkeley, Columbia, Maryland y Minnesota, en los Estados Unidos, y en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Su trabajo está centrado en la literatura popular, la historia del periodismo, el cine y la cultura de masas en relación con las producciones artísticas y el papel de los intelectuales. Fundó y dirigió -durante los treinta años de su existencia (1978-2008)- la revista "Punto de Vista", que ocupó un lugar central en la vida cultural argentina. Es autora de, entre otros, "Instantáneas. Medios, ciudad y costumbres en el fin de siglo", "La máquina cultural. Maestras, traductores y vanguardistas", "El imperio de los sentimientos", "Una modernidad periférica. Buenos Aires 1920 y 1930", "La imaginación técnica. Sueños modernos de la cultura argentina" y "Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura". Cuando presentó su libro de crónicas "La ciudad vista. Mercancías y cultura urbana", en el que muestra su versión de una ciudad de Buenos Aires fracturada en capas compejas y en continua modificación sin racionalidad ni planificación, Antonela de Alva la entrevistó para el nº 24 de la revista "Quid" de octubre/noviembre de 2009.


Su nombre es muy conocido en varios ámbitos, pero muy pocos saben cómo empezó su carrera. ¿Cómo llegó hasta este punto de ser una intelectual reconocida?

Soy una persona que llega tarde y que se forma durante los años de las dictaduras. Nací en 1942 y varias dictaduras me agarraron en el momento en el que otras personas ya estaban encaminadas en la literatura, en la escritura. Soy, en un punto, la persona que se forma en los años de la dictadura, cuando ya tenía treinticinco años. Soy lo que se llama en un punto una "late developer", una tardía. Me convierto en una intelectual en los años de la dictadura porque saco la revista "Punto de Vista". Ese fue el corazón de mi formación.

¿Por qué no se dedicó a escribir ficción?

No soy escritora de ficción. Soy una crítica literaria y con la literatura tengo una relación muy próxima. Por eso, mis ensayos bordean un cierto tipo de escritura literaria. Lo que soy es una ensayista y escribir es una de las cosas que más me gusta hacer. Progresivamente, escribo más horas por día de las que escribía hace diez años, pero en el tipo de literatura ensayística que hago yo. Además, me gusta mucho el estilo periodístico.

¿Cuántas horas trabaja por día?

Trabajo desde alrededor del mediodía hasta las 21, 22 horas. Trabajo muchas horas de corrido diarias y no puedo escribir a la mañana. Nunca pude hacerlo: la mañana es un momento negado a mi intelecto. En las horas que trabajo reparto lectura y escritura. Cuando estoy preparando un libro tengo muchas horas de lectura e investigación porque hay que chequear que uno no esté descubriendo el tomate. Cuando estoy en un proyecto de escritura, en cambio, las horas de lectura disminuyen y siempre leo algo a la noche de una biblioteca que sólo tengo en mi casa. Es la biblioteca nocturna.

¿Qué queda de la Beatriz Sarlo que se peleó con Oscar Landi por el rol del espectador frente a la televisión?

Esa, básicamente, soy yo. No me reconozco en nada de la persona que fui antes del '76, de la dictadura, de "Punto de Vista". Esa formación hizo nacer una nueva persona. De la anterior queda poco. Las polémicas que mantuve con Oscar Landi sigue en "Escenas de la vida posmodema" con la categoría "populismo mediático". Así que ésa, básicamente, soy yo.

En "Escenas de la vida posmoderna" y en "La ciudad vista" habla del "shopping". ¿Qué le interesa de estos lugares?

La respuesta la encontré escribiendo "La ciudad vista". Cuando escribí "Escenas de la vida posmoderna", el "shopping" recién había aterrizado en Buenos Aires y lo que hice fue una cosa muy elemental. Por lo tanto, sentía una deuda conmigo misma. Al parecer yo había inaugurado un lugar en la crítica cultural argentina pero era deficiente lo que había hecho, y decidí que la ciudad, cuya circulación de mercancías ya estaba modelada por el "shopping", tenía que ser analizada desde allí. El capítulo del "shopping" y de los ambulantes es el más extenso en "La ciudad vista", porque estos son los dos modelos de circulación de la mercancía de una ciudad.

¿Por qué le interesa tanto la circulación de las mercancías?

Porque el tema del libro es la ciudad. La ciudad del capitalismo tardío globalizado tiene, básicamente, una forma de mercado. Y, esa forma de mercado está dada, en una punta, por la disposición escenográfica de la mercancía en el "shopping" y, en la otra punta, por esa misma disposición, pero en el espacio público, de la mercancía ambulante. En el medio está todo lo otro.

¿A qué se debe su interés por la arquitectura?

En principio, porque puesta en escena y ciudad vienen con la arquitectura. Después, por una larga relación con la gente que ha pensado la arquitectura en la Argentina. Mi relación con los que hacen crítica e historia de la arquitectura en la Argentina, fue siempre muy intensa. Aprendí mucho de ellos en el diálogo. Además, existe en mí un deseo por la arquitectura extremadamente temprano y no sé por qué no fue seguido: tenía una prima diez años mayor, que estudiaba arquitectura. Yo me paraba al lado de su tablero y la miraba trabajar las diez horas en las que preparaba una entrega. Algunas de estas pulsiones que no seguí, reaparecen después, cobran su precio. En "La ciudad vista" también están la antropología y la etnografía. Son pulsiones vocacionales que no se dieron de manera académica pero que, como buen deseo, reaparecen después en donde menos se lo piensa.

¿Cómo llegó a esos lugares que aparecen en "La ciudad vista?

Hay una masa de investigación etnográfica que yo he leído y que está citada en el libro. Después hice mi propio diseño del Buenos Aires que iba a recorrer. Y, esos recorridos es mejor hacerlos sola porque, cuando estás solo, tu capacidad de ver se afina muchísimo, incluso en lugares que pueden considerarse peligrosos.

¿Pasa mucho tiempo sola?

Mucho.

En "La ciudad vista" aparece la urbanización como una solución. ¿Por qué cree que la urbanización puede llegar a solucionar muchos problemas como los relacionados con las villas?

Porque desde la modernidad en adelante, salvo algunos sueños rupestres de irse a vivir al "country", la forma de la ciudadanía se da en la ciudad, al menos en el tiempo que podemos prever y en el que hemos vivido. En última instancia lo que me importa para la gente de Villa Soldati, de Villa Riachuelo, es la ciudadanía. La lucha política y el programa ideológico lo armás por ciudad.

¿Qué quiere decir ciudad?

Ciudad quiere decir escuela próxima, hospital próximo. Ciudad quiere decir todo lo que tenemos aquellos que vivimos en porciones de ciudad que funcionan eficazmente como tales.

¿Por qué el título "La ciudad vista"?

Pensé que era un título descriptivo y trato de no prometer mucho en los títulos. Me pareció que lo que el lector iba a encontrar es la ciudad vista por mí o, en muchos casos, por escritores, fotógrafos, pintores. Es una ciudad observada, construida desde la perspectiva.

¿Cómo construyó esa mirada?

Primero hay una mirada global, compartida hoy por muchos especialistas, que es la ciudad partida en norte y sur. En un sur que es cada vez más grande y en un norte que es cada vez más chico. Hay una partición de Buenos Aires que, como dice Adrián Gorelik, se pensó a comienzos del siglo como una ciudad integrada. Patricios iba a ser un parque en el sur que compitiera con Palermo en el norte. Si vas a Patricios hoy, es una desolación, es como si hubiera pasado la guerra de las galaxias por ahí. El barrio no tiene remedio si no hacés un cambio estructural, económico, ideológico, cultural muy fuerte. Ese cambio es lo primero que le da forma a "La ciudad vista". Después, una de las cosas que busqué fue la respuesta a la pregunta: ¿Cómo se podía haber sentido un porteño en 1900 ante la llegada de los inmigrantes que hablaban lenguas extranjeras? Sé que es una pregunta que no puede contestarse pero sí se puede fantasear. Por eso, ese comienzo sobre la lengua, que tiene mucho de fantasía.

Frente a la ciudad, ¿qué lugar cree que ocupa lo rural, el campo?

El campo ocupa un espacio de producción fundamental. Está produciendo -y ya está siendo estudiado- ciudades de nuevo tipo, como Rafaela, en el interior del país. Ese es un fenómeno, pero no son las ciudades que yo estudio. Las ciudades que estudio son ciudades urbanas, de viejas urbanizaciones.

¿Por qué le interesan las viejas urbanizaciones?

Porque son las que han producido mitos y densidades culturales muy fuertes. Si te fijás en la historia de los grandes ensayos del siglo XX, todos están rodeando la problemática de la ciudad. La ciudad es el mito de la modernidad. La ciudad se encarga de la innovación moral. De ahí sale la idea de que vos podés despenalizar el uso de drogas. No es que el campo no sea importante, pero a una persona de mi corte ideológico, lo que le importa es la ciudad.

¿Qué lugar cree que ocupan hoy los intelectuales en la Argentina?

Hoy no se puede pensar un intelectual fuera de los medios de comunicación. No existe la idea de que un intelectual pueda ocupar un lugar o influir a partir de sus libros. Puede ocupar un lugar en la esfera pública a partir de los medios de comunicación y esto comenzó en la década del '6o. El típico intelectual hasta las décadas del '6o y del '70 era aquel que podía influir por sus libros o desde las revistas literarias. Después de eso, si uno quiere hablarle a una sociedad más amplia que la intelectual, es necesaria la relación con los medios de comunicación.

¿Y cree que esta relación beneficia o perjudica al intelectual?

Si vos me preguntas qué preferiría, te diría que lo que quiero en la vida es escribir libros y tener una revista como "Punto de Vista". Si me decís: "y te parece eso posible", yo diría no. Acá se descubre la densidad de pensamiento de un intelectual. Si te perjudica, vamos a ver qué decís en tus libros, porque, por ahí, eso no es tan importante.