24 de junio de 2010

Sam Harris: "La moderación religiosa no nos permite decir las cosas realmente críticas que debemos decir sobre la vil estupidez del fundamentalismo religioso"

"Creer que Dios existe es creer que uno se encuentra en alguna relación con su existencia, tal que dicha existencia es ella misma la razón de la creencia de uno. La religión no es más que el área de nuestro discurso en la que la gente se protege sistemáticamente de la exigencia de aportar pruebas en defensa de sus creencias firmemente sostenidas... Cuando tenemos razones para creer lo que creemos, no tenemos ninguna necesidad de fe; cuando no tenemos ninguna razón, o sólo tenemos malas razones, hemos perdido nuestra conexión con el mundo y con los seres humanos... La fe religiosa es un poderoso obstáculo al diálogo". Quien vierte estas afirmaciones es el ensayista norteamericano Sam Harris (1967), quien ha cobrado notoriedad con su libro "The end of faith" (El fin de la fe) aparecido en 2004, al que siguió, 
dos años más tarde, "Letter to a christian nation" (Carta a una nación cristiana) como 
respuesta a las críticas que recibió su primer libro. Vehemente defensor del ateísmo, al que define como la herramienta para la destrucción de las "malas ideas" -aquellas en las que la religión es especialmente prolífica-, afirma que ésta es "uno de los más perversos desaprovechamientos de la inteligencia que nunca se han desarrollado". "El ateísmo -dice Harris- no es sino un compromiso con el nivel más básico de honestidad intelectual: las convicciones de una persona deberían ser proporcionales a sus pruebas. Pretender estar seguro de algo cuando no se está -en realidad, pretender estar seguro sobre proposiciones para las que ni siquiera es concebible prueba alguna- es un defecto tanto intelectual como moral. Sólo el ateo ha comprendido esto. El ateo es simplemente una persona que ha percibido la mentira de la religión y que ha rechazado convertirla en una mentira propia". Tales afirmaciones, como era previsible, generaron muchas controversias y fueron ampliamente criticadas, acusándoselo de caricaturizar a las diferentes religiones -cristianismo, judaísmo, islamismo- y de resaltar únicamente sus aspectos negativos sin valorar sus supuestas aportaciones socialmente constructivas. Filósofo licenciado en la Universidad de Standford y especializado en tradiciones religiosas orientales y occidentales, Harris trabaja en la actualidad en el campo de las neurociencias intentando desentrañar los mecanismos cerebrales de las creencias religiosas. Quienes lo defienden lo comparan con el poeta y filósofo romano Tito Lucrecio Caro (99-55 a.C.), autor de una de las mayores obras poéticas de su tiempo: "De rerum natura" (De la naturaleza de las cosas), un extenso poema de alrededor de siete mil cuatrocientos hexámetros distribuidos en seis libros, en el que expuso su visión del universo como un conjunto fortuito de átomos que se mueven en el vacío, y defendió la idea de que todos los fenómenos terrestres respondían exclusivamente a causas naturales y, por lo tanto, no se regían por un poder divino. De este modo, se proponía liberar a la humanidad de las supersticiones religiosas que le impedían lograr la verdadera paz del alma y la felicidad. Dos mil años después, Harris hace hincapié, primordialmente, en los daños causados por la religión dogmática e institucionalizada y, desde sus ensayos, ha logrado generar una importante polémica que tuvo repercusiones en distintos medios periodísticos norteamericanos como "Newsweek", "The New York Times", "The San Francisco Chronicle", "The Chicago Tribune" y "New Scientist" entre otros. Lo que sigue a continuación son algunos fragmentos sobresalientes de dos entrevistas que Harris concedió Blair Golson y Thomas May, de la revista digital "Truthdig" y de la página web "Amazon.com" respectivamente, ambas en abril de 2006.


¿Qué le movió a escribir "El final de la fe"?

Fue mi reacción inmediata después del 11 de septiembre; el momento en el que se vio que estamos entrando en un conflicto global de inspiración teológica con el mundo musulmán, y que nos íbamos a decir lo contrario, basándonos en el respeto que le otorgamos a la fe. Lo último que íbamos a admitir era que había personas que estrellaban aviones contra nuestros edificios por la idea que tenían de Dios. Nos inventamos eufemismos diciendo que es una guerra contra el terror, que el Islam es una religión de paz, y de este modo se acentúa aún más nuestra propia religiosidad como nación. En el momento en que se hizo patente esta dinámica, y se hizo patente en el plazo de veinticuatro horas, comencé a escribir el libro.

¿Qué quiere decir usted cuando afirma que la intolerancia es intrínseca a cualquier credo? ¿Y qué consecuencias se derivan de ello?

La afirmación central de cualquier credo es que es el único verdadero. La verdad, para los cristianos, es que Jesús era realmente el hijo de Dios, y realmente resucitó, y realmente volverá para juzgar a vivos y muertos. Es un hecho. Es una verdad metafísica, es una verdad física, es una verdad histórica; quien esté en el sitio adecuado en el momento adecuado presenciará el regreso de Jesús con un ejército de ángeles. Esta descripción del mundo, o bien es cierta, o bien es falsa. Si es cierta, sólo los cristianos tienen razón y sólo los cristianos irán al Cielo. Así pues, esta doctrina, por definición, excluye las pretensiones de verdad de cualquier otra religión. Los musulmanes afirman que Jesús, si bien era un profeta, no era divino, y que todos los que piensen que es divino irán al infierno. Así se dice explícitamente en el Corán. Se trata de afirmaciones mutuamente incompatibles sobre el mundo. Y es peor aún. Son afirmaciones incompatibles que son extremadamente motivadoras, pues los adherentes piensan que la diferencia entre creer lo correcto y creer lo correcto supone la diferencia entre pasar la eternidad en el infierno o en el paraíso. Y eso es una gran diferencia.

¿A qué temores tuvo que enfrentarse antes de escribir un libro así, firmarlo con su nombre y poner su foto en él?
 
Obviamente, me preocupa la cuestión de la seguridad. Mientras escribía el libro, el efecto Salman Rushdie no me era totalmente ajeno, pero llega un momento en el que uno tiene que escribir con sinceridad sobre estas cosas, y yo he tomado unas medidas razonables para garantizar mi seguridad.
 
¿Cómo suele reaccionar la gente cuando usted les explica la tesis de su libro? Cuando conoce a alguien en una cena, por ejemplo.
 
Depende de cómo empiece la conversación . Si yo comienzo con mi crítica del Islam, los que están en el lado conservador del espectro normalmente lo comprenden, y los liberales lo ven como que estoy rompiendo un tabú, repudiando su corrección política y su multiculturalismo. A la inversa, si empiezo con mis preocupaciones sobre la intrusión de la religión es nuestra propia vida política, a los liberales en general les encanta, pues comparten mis temores, pero los conservadores cristianos empiezan a protestar. De forma que puedo establecer una conexión, o no, según en que aspectos insista.
 
Pero lo que tal vez sea la tesis más central de su libro, el ataque a la propia fe irracional, ¿no ofende a la gente en ambos extremos del espectro político?
 
El aspecto más controvertido de mi libro ha sido las críticas que hago a los creyentes moderados. La mayoría piensa que, si bien el extremismo religioso es peligroso y genera discrepancias, la tolerancia religiosa es absolutamente intachable y es el remedio para todos nosotros en este frente. Pero los creyentes moderados están amparando a los fundamentalistas por el respeto que exigen los moderados que se dispense al discurso basado en la fe. La moderación religiosa no nos permite decir las cosas realmente críticas que debemos decir sobre la vil estupidez del fundamentalismo religioso. Como resultado de ello, el fundamentalismo sigue en el candelero, y los fundamentalistas utilizan de modo muy cínico y astuto la cobertura que les proporciona la corrección política de nuestro discurso.
 
Usted dice también que la moderación religiosa impide acceder a un enfoque más sofisticado de la espiritualidad, la ética y la construcción de comunidades fuertes. ¿Qué quiere decir con ello?
 
La moderación religioso no es, en última instancia, más que entresacar de las escrituras lo que más interesa. No es más que filosofía diluida de la Edad del Hierro. No se trata de un planteamiento propio del siglo XXI para hablar de la vida contemplativa, o de la experiencia espiritual, o de normas éticas, o de esos aspectos que mantienen el vigor y la salud de una comunidad. La moderación religiosa consiste en relajar los estándares de adhesión a los antiguos tabúes y supersticiones. No es más que eso. Los cristianos moderados han acordado no leer la Biblia literalmente e ignorar totalmente ciertos pasajes, y así llegan a una versión mucho más progresista, tolerante y ecuménica del cristianismo. Sólo escuchan a Jesús cuando está predicando el Sermón de la Montaña, y afirman que eso es el auténtico cristianismo. Pues no, eso no es el auténtico cristianismo. Es una lectura selectiva de ciertos aspectos del cristianismo. La otra cara del cristianismo siempre está esperando en el libro a que se la resucite. Se puede encontrar el Jesús de Tesalónicos 2, el que regresará y echará a los pecadores a la fosa. Ese es el Jesús que se celebra en las novelas. Ese es el Jesús que la mitad de la población estadounidense espera que descienda de las nubes.
 
¿Qué hay en los principios del Islam que presente un mayor riesgo para la supervivencia de nuestra especie que, por ejemplo, los principios del cristianismo?
 
La doctrina del martirio y la yihad es más explícita y central para la fe islámica. Desde luego, ha habido mártires cristianos, y a lo largo de los años muchas matanzas se han reconciliado con la doctrina cristiana, y por supuesto que la Biblia se puede leer de tal forma que se justifique la Inquisición y todas las demás cosas que hemos visto en la historia del cristianismo que parecen exactamente igual de malas que lo que vemos actualmente en el mundo musulmán, pero el Islam tiene unas cuantas características exclusivas que son problemáticas. Una de ellas es que es una doctrina mucho más coherente, es decir, el Corán es un libro mucho más corto, más coherente, y no hay ningún Sermón de la Montaña al que uno se pueda agarrar y que pueda usarse como baluarte contra las demás sandeces peligrosas que dice el libro, como ocurre en el caso de la Biblia. El mensaje básico del Corán es realmente el odio hacia los infieles. El infiel sólo sirve para arder en el infierno; el creador del universo se dedica a burlarse del infiel y maldecirlo y avergonzarlo y destruirlo, no a perdonarlo e indultarlo. Hay que ignorar al infiel, en ningún caso hacer amistad con él. Cuando se asume el poder: subyugar, convertir o matar al infiel. No hay más opciones que éstas tres. Los musulmanes devotos se toman en serio el Corán y el Hadid porque no hay otra variedad de Islam. No existe ninguna escuela moderada del Islam que sugiera que en realidad el Corán fue escrito por hombres y tal vez no sea la palabra de Dios, o que hay que interpretarlo de manera muy muy libre. La mayoría de los musulmanes son lo que en el mundo cristiano denominaríamos "fundamentalistas".
 
¿Pero qué hay de la tradición de las sociedades islámicas de consultar con los mullás o los imanes antes de actuar conforme a una directriz del Corán? ¿Esas personas no moderan los edictos más severos de la ley islámica?
 
Es innegable que existe un gran volumen de discurso sobre lo que dice el Corán en realidad. Hay mucha erudición islámica por ahí. El problema es que se carece de la base para extraer del Islam lo que nosotros llamaríamos una visión del mundo moderada y auténticamente pluralista. Hay que hacer auténticas acrobacias teológicas para llegar a un Islam compatible con una sociedad civil del siglo XXI. Debemos encontrar alguna forma de cambiarlo, por supuesto. El Islam necesita una reforma. Pero en la actualidad es cierto decir que la auténtica palabra de Dios en el Islam es que si uno cambia de religión debe morir por ello.
 
¿No ocurre lo mismo en la Biblia? ¿No hay edictos y castigos similares para la apostasía?
 
Sí. Los primeros libros de la Biblia hebrea: el Levítico, el Deuteronomio y el Exodo, son los documentos más bárbaros, más totalitarios, más al estilo de los talibanes que se pueden encontrar. Pero hay algunas escapatorias, y estas escapatorias, que yo sepa, no existen en el Islam. Una escapatoria para los cristianos es que la mayoría de los cristianos piensan que Jesús nos trajo la doctrina de la gracia, y por tanto no hace falta seguir la ley. Si bien es cierto que hay otros momentos en el Nuevo Testamento en los que se puede interpretar que Jesús mantiene que no hay que dejar de lado "ni una jota ni una tilde" de la ley (está en Mateo), y por tanto se puede extraer del Nuevo Testamento una justificación para matar a la gente por adulterio, la mayoría de los cristianos, casi siempre, no comparten esta opinión. La Biblia es una documento fundamentalmente autocontradictorio. Se pueden entresacar fragmentos de un modo que no se puede hacer con el Corán, aunque hay unas pocas líneas en el Corán que dicen "Alá no ama a los agresores". Hay que buscarle tres patas al gato para hallar una base que podamos reconocer como verdadera moderación en el Islam.
 
Entonces, siguiendo este razonamiento, ¿por qué no nos preocupa que los judíos, por ejemplo, que no siguen necesariamente la doctrina de la gracia de Jesús, por qué no nos preocupa que a ellos también se les dirija a matar por apostasía? ¿Por qué nos centramos tanto en los musulmanes si los edictos son los mismo en ambos libros?
 
Una vez más, lo que cuenta son los detalles. Realmente importa lo que la gente cree específicamente. Y en el caso de los judíos no existe esta idea del martirio, no está esta promesa explícita del paraíso, el estado de después de la muerte no se detalla de forma específica en el judaísmo, y el judaísmo es en gran medida una religión de este mundo. Además, los judíos están en franca minoría. Hay algo así como quince millones de judíos en el planeta, e históricamente han sido la población más asediada, por tanto no han estado en una posición que les permita obligar a la gente a observar sus leyes y amenazar con la muerte a los infieles.
 
¿Pero piensa usted realmente que si fueran mayoría, seguirían los edictos de matar a los herejes del mismo modo que los musulmanes hacen en número mayor?
 
Es una pregunta interesante. Si tuviéramos un judaísmo ortodoxo que estuviera auténticamente en alza, sería problemático. Los colonos judíos están trastornados por su teología, y yo diría que en estos momentos están entre la gente más peligrosa e irresponsable de la Tierra. Si hay alguien que nos vaya a llevar a una tercera guerra mundial, son los colonos judíos haciendo algo estúpido como echar abajo la Cúpula de la Roca, o luchar hasta la muerte para hacer valer sus derechos sobre Cisjordania. Esta expresión del judaísmo es sin duda problemática. Pero la escatología del judaísmo es bastante específica, y están esperando a que vuelva el Mesías, a que se vuelva a construir el Templo, y que el Sanedrín sea amonestado. Si se les pregunta qué harán cuando ocurra todo esto, a qué ley nos tendremos que plegar cuando regrese el Mesías, creo que los judíos ortodoxos tendrán una mente flexible en lo que respecta a lo de matar a las personas por adulterio o trabajar el sábado. No sé qué argumento podrían hallar en contra de estas cosas.
 
¿Cómo define usted las diferencias entre un ateo y un agnóstico?
 
El "agnosticismo" es un término introducido por T.H. Huxley. No me parece una palabra especialmente útil. Se la suele definir como la creencia de que no se puede saber si Dios existe o no. Un agnóstico es alguien que piensa que no conocemos y no podemos conocer el valor de verdad de una afirmación. Es, pues, una actitud poco comprometida. Pero no es una postura intelectualmente honesta, porque todo el mundo anda por ahí asumiendo que sabe que no existe Zeus, que no existe Poseidón, que no existe Thor. ¿Podemos demostrar que Thor con su martillo no está enviando relámpagos? No, no podemos demostrarlo. Pero es que no es la pregunta correcta. La pregunta correcta es: "¿Hay alguna razón para pensar que hay un dios llamado Thor?". Por supuesto que no la hay. Hay muchas buenas razones para pensar que fue un personaje de ficción. El Batman de Escandinavia. El problema para la gente religiosa es que el Dios de la Biblia no se asienta sobre una base epistemológicamente más sólida que estos dioses muertos. Lo cual significa que nadie descubrió jamás que Thor no existe pero el Dios bíblico sí. Así pues, hemos aprendido a hablar y usar la palabra "Dios" de tal forma que no nos damos cuenta que estamos usando una palabra muy extraña y evocando un concepto vacuo, como el concepto de Thor.
 
Entonces, la definición de ateo es...
 
Un ateo no es alguien que puede demostrar que Thor no existe. Un ateo es simplemente alguien que dice "muéstrame las pruebas", y a quien no se le convence con pruebas como: "He aquí un libro que fue dictado por el creador del universo y en él describe todo tipo de milagros de los que la gente afirma haber sido testigo, pero esa gente murió hace dos mil años y ninguno de los autores del libro son las personas que afirman haber sido testigos de estos sucesos, y escribieron el libro cientos de años después de los sucesos en cuestión". Es una historia que a nadie le resultaría plausible excepto por el hecho de que se lo metieron en la cabeza las anteriores generaciones de personas a quienes les enseñaron que no había que cuestionárselo.
 
En su libro, usted escribe con pasión sobre la espiritualidad del budismo. ¿Cómo se describe usted a sí mismo en términos de su espiritualidad?
 
Yo no me considero budista. Recientemente, escribí un artículo en el "Shambhala Sun", una de las revistas budistas de mayor difusión, titulado "Matar al Buda". En esencia, razoné que la sabiduría del Buda está atrapada en la religión del budismo. Las enseñanzas del Buda, en su conjunto, probablemente representan la fuente más rica de sabiduría contemplativa de la que disponemos, pero quien valore estas enseñanzas debería abandonar el negocio de la religión. No es el mensaje correcto. Y, en cualquier caso, el 99% de los budistas practican el budismo en cuanto religión, y por tanto forman parte del mismo discurso infame.
 
¿Existen paralelismos históricos que sugieran la posibilidad de que la gente abandone en masa la fe irracional?
 
Hay sociedades que son profundamente irreligiosas en comparación con nosotros. Australia, Canadá y Japón, y básicamente toda Europa Occidental, son lugares que tienen una relación diferente con la fe religiosa. No son sociedades donde la gente se presente al Congreso o a la presidencia basándose en la fe y dando gracias a Dios cada dos por tres. No son sociedades donde dudar de la existencia de Dios supondría perder toda oportunidad de ocupar una cargo político. Es un panorama completamente diferente de lo que significa ser razonable y estar preparado para asumir un puesto de responsabilidad en estas sociedades. Tenemos mucho que aprender de ellos.
 
¿A qué se debe, en su opinión, que Europa Occidental, en particular, sea una región mucho más laica que Estados Unidos?
 
Probablemente se debe a la diferencia entre tener una religión de Estado y tener este floreciente mercado de la ignorancia que tenemos aquí en Estados Unidos, donde hay tantas sectas y confesiones que compiten por la atención de la gente. En Europa Occidental, las religiones de Estado parecen haberse anquilosado y han perdido a sus seguidores. Además, tal vez la Ilustración se tomara un poco más en serio en Europa, a la luz del hecho de que durante siglos se habían producido tantísimas matanzas religiosas en esas mismas calles.
 
Es obvio que hay algo en la arquitectura cognitiva humana que nos lleva a albergar creencias sobre un ser trascendente. ¿Cómo puede explicarlo, teniendo en cuenta su propio trabajo en neurociencias?
 
No tengo noticia de ningún resultado de la neurociencia que hable directamente de este tema. Pero hay ciertas características de la mente humana que claramente son relevantes para explicarlo. Nacemos perfectamente equipados para vivir en nuestro mundo circundante. Salimos del útero materno listos para percibir los rostros como rostros, para adquirir el lenguaje y gradualmente comenzar a reconocer que estamos en presencia de otras mentes similares a la nuestra. La preeminencia del animismo entre nuestros ancestros primitivos -y su persistencia en algunas tribus primitivas- demuestra que tendemos a otorgar cualidades humanas a los procesos naturales. Sólo cuando logramos un conocimiento más profundo de los procesos causales que ocurren en el mundo (con la ayuda de la ciencia) estamos en condiciones de comprender, por ejemplo, que las nubes de tormenta no son dioses enojados, y que las enfermedades no son el resultado de una posesión demoníaca. Es difícil decir en qué lugar debemos trazar la línea entre el bagaje genético y la herencia cultural, y por cierto ambos operan en el caso de las creencias religiosas. Pero lo más importante es que es evidente que tenemos una marcada disposición para proyectar nuestra propia subjetividad en el mundo. De hecho, el Dios bíblico es celoso, colérico e insoportablemente neurótico. Y los dioses griegos eran como adolescentes que se quedaban solos en la casa paterna de fin de semana. Sin embargo, del hecho de que tengamos una predisposición para concebir el universo en términos antropomórficos no se sigue que estemos condenados a hacerlo de esa manera.
 
Básicamente usted caracteriza a la religión occidental como peligrosa y al misticismo oriental como prometedor. Pero, ¿cómo ha llegado a esa conclusión?
 
Si arrancamos al misticismo de su dogmatismo religioso, obtendremos una propuesta empírica y altamente racional. Así como la gente no estaca y quema a su vecino luego de sus nuevos descubrimientos físicos o biológicos, nadie está dispuesto a hacerlo por mero misticismo. La Religión, y especialmente la religión occidental, es algo muy distinto. La creencia religiosa es un modo de cortar el diálogo. La única garantía de una continua colaboración entre los seres humanos es una buena disposición para modificar nuestras ideas (y el comportamiento resultante) por medio del diálogo y a la luz de nuevas evidencias y argumentos. Pues de otro modo y cuando hay mucho en juego, sólo cabe apelar a la fuerza. Si yo creo que puedo alcanzar el paraíso estrellando un avión en un edificio y me conformo con creerlo aunque carezco de pruebas empíricas, entonces nada de lo que diga otra persona logrará persuadirme, porque me he entregado a una fe que me hace inmune al poder del diálogo.
 
Siguiendo la lógica de su propia argumentación sobre la fe, ¿cómo fue posible, por ejemplo, que la cristiandad alcanzara un estado de relativa "domesticación" en la modernidad antigua, y no fuera ridiculizado y tenido por un absurdo?
 
Pues bien, en algunos momentos importantes fue ridiculizada, especialmente en Europa (piense en Voltaire y Hume) y estos períodos dan cuenta de que los europeos modernos no estaban tan dispuestos a vagar por el camino de la irracionalidad bíblica como lo estamos nosotros, los estadounidenses. Más importante aún, la cristiandad ha sufrido un retroceso permanente -y no oficialmente reconocido- como consecuencia del progreso de la ciencia y de la cultura laicas occidentales. Los curas aún seguirían diagnosticando una posesión demoníaca, si no fuera por los avances de la ciencia médica en los últimos doscientos años. Han disminuido gradualmente (pero de manera radical) aquellas situaciones en las cuales la oración puede presentarse como una primera respuesta adecuada e incluso sana ante el sufrimiento humano.
 
La famosa frase de "Los hermanos Karamazov" de Dostoviesky: "Sin Dios, todo está permitido", está en la boca de los teístas que desean advertir sobre los peligros de una vida sin certeza moral trascendente. ¿Usted cree que es seguro decir que con Dios todo está permitido (por ejemplo, el asesinato, el genocidio, etcétera)?
 
Si, pero yo ampliaría el alcance de esta afirmación: con falsas certezas todo es posible. Eso incluye también a los Hitler y Stalin de todo el mundo.
 
¿Podríamos afirmar que su texto es similar a una plegaria? ¿Finalmente piensa usted que los humanos seremos capaces de evitar el Apocalipsis, que es la mayor amenaza derivada de la fe religiosa, según su propia opinión?
 
No soy tan optimista como quisiera. Desde el punto de vista psicológico el optimismo es una experiencia interesante, pero si bien encuentro motivos para luchar en contra de la religión, sin embargo no hallo una base concreta que me ayude a pensar que cambiaremos para mejor. Hemos pasado demasiado tiempo en compañía de malas ideas como para que ahora estemos en condiciones de detener nuestro descenso hacia el precipicio. Espero estar equivocado, pero no me sorprendería que las cosas se salieran de cauce durante el transcurso de nuestra vida. Las personas que tienen en sus manos el poder para cambiar la civilización no piensan, no hablan ni distribuyen los recursos como debieran, a fin de evitar la catástrofe. De modo que no soy optimista. Sin embargo, todos estamos en condiciones de intentar cambiar el curso del mundo para mejor. ¿Qué otra cosa nos queda?