11 de septiembre de 2010

Denis Diderot (1). El filósofo insatisfecho

Sophie Friederike Auguste von Anhalt Zerbst (1729-1796) pasó a la historia como Ekaterina Alekseyevna o Catalina II la Grande, emperatriz de Rusia entre 1762 y 1796. Durante su gobierno, un típico ejemplo de despotismo ilustrado, desarrolló un programa tendiente a la europeización de su país al favorecer la penetración de las ideas ilustradas provenientes de Francia. Conocedora de la literatura francesa, impulsó el uso de esa lengua en los círculos nobiliarios y cortesanos, y mantuvo una gran amistad e intercambió correspondencia con los 
principales representantes de la Ilustración: Charles Louis de Secondat, Montesquieu (1689-1755), Francois Marie Arouet, Voltaire (1694 -1778) y Denis Diderot (1713-1784). La relación de la emperatriz con los intelectuales ilustrados no se agotó con éstos; también se interesó en Jean Jacques Rousseau (1712-1778), Jean le Rond D'Alembert (1717-1783) y Cesare Bonesana, Beccaria (1738-1794), a quienes invitó a visitar Rusia aunque sin éxito.
El que sí aceptó visitarla fue Diderot, quien fue huésped de su corte en 1773 como culminación de una larga y voluminosa relación epistolar previa. Tras la llegada a San Petersburgo del director de "L'Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers" (La Enciclopedia, o Diccionario razonado de las ciencias, artes y oficios), primera enciclopedia universal editada en Francia, Catalina le escribió a Voltaire: "Encuentro en Diderot una imaginación inagotable y lo coloco entre los hombres más extraordinarios que han existido". No obstante ser aclamado en la Corte, Diderot se decepcionó rápidamente con la emperatriz, un desencanto que fue mutuo ya que ninguno de los dos sentía inclinación a modificar su respectiva visión política: la autocracia rusa cuya autoridad dependía de los títulos o el rango y el poder del Estado estaba sujeto a la voluntad arbitraria y despótica del gobernante, con leyes a las que sólo están sometidos los gobernados, por un lado, contra la república utópica sin clases ni estamentos, unida por la utilidad común en un contrato voluntario y libremente suscrito por los miembros de la sociedad, por el otro. A pesar de todo, al año siguiente del viaje Catalina le encargó un plan para las universidades rusas; tiempo después le compró una casa en París y, a su muerte, adquirió sus manuscritos.


Denis Diderot, el alma de la Enciclopedia y principal representante del espíritu universal del Siglo de las Luces, recibió una escasa formación filosófica pero esto no era muy importante para el tipo de filósofo predominante en su época. Su pensamiento, en consonancia con la filosofía francesa del siglo XVIII, se diferenció del de sus antecesores -como René Descartes (1596-1650), Baruch de Spinoza (1632-1677) o Gottfried Leibniz (1646-1716)- por su carácter pragmático y su indudable menor hondura, y si bien su obra abarcó un amplio abanico que comprende la filosofía, la política, la estética, la ciencia, la técnica, el arte, la narrativa, el teatro, etcétera, sus análisis se caracterizaron por cierta ligereza en su afán de conseguir objetivos utilitarios.


Su primera publicación, los "Pensées philosophiques" (Pensamientos filosóficos), apareció en 1746 y se convirtió en uno de sus textos más conocidos y polémicos. La obra contenía una crítica de la religión positiva y hacía un ensalzamiento de la razón frente a la superstición. Escrita en forma ingeniosa y con elegancia de estilo, obtuvo una gran audiencia y produjo un enorme impacto; al poco tiempo de publicarse, fue condenada por el Parlamento de París y enviada simbólicamente al fuego. A la misma dirección apuntó su obra de 1747 "Promenade du sceptique" (Paseo del escéptico), en la que se explayó sobre las extravagancias del catolicismo y que recién llegó a ser publicada en 1831. Frente al fanatismo y la intolerancia, Diderot ofreció un racionalismo higiénico: "Siento igual repugnancia a razonar mal que a hacer el mal. Se corre tanto riesgo en creer demasiado como en creer demasiado poco. No hay ni más ni menos peligro en ser politeísta que en ser ateo; pero el escepticismo, y sólo él, es garantía, en cualquier tiempo y lugar, contra estos dos excesos opuestos".


El sociólogo y ensayista español Enrique Tierno Galván (1918-1986) dice en "Diderot como pretexto" que "contemplados desde la actualidad, los 'Pensamientos filosóficos' aparecen como una obra no del todo coherente y no excesivamente original, pero muestran una gran audacia y una voluntad de emancipación que apunta directamente a la autonomía moral del sujeto, a la razón, en definitiva, como guía de toda conducta". "La superstición es más injuriosa para Dios que el ateísmo" dice Diderot, para quien el ateo es un hombre que utiliza la razón, cosa que no hace el supersticioso. Para Diderot, el ateísmo sólo podía ser enfrentado correctamente por el deísmo, la doctrina filosófica que admite la existencia de un ser superior, ordenador del universo, pero niega la revelación y la providencia y extrae esta creencia racionalmente: "El ojo de un arador, el ala de una mariposa llevan impresas las huellas de la Divinidad" dice en "Pensamientos filosóficos", y mediante este razonamiento admite la existencia de Dios, y no "por esa sarta de ideas burdas y metafísicas, menos adecuadas a revelar la verdad que a revestirse de un aire de mentira". La única posición coherente en el terreno de la filosofía era para él la del escéptico, entendiéndose por tal al "filósofo que ha dudado de todo lo que cree, y que cree lo que un uso legítimo de su razón y de sus sentidos le ha demostrado como verdadero".


"Del mismo modo que Pascal abandona la filosofía por la religión -dice Tierno Galván en la obra citada-, Diderot se aleja de aquélla para pasar al campo de la ciencia. La duda llevada hasta sus últimas consecuencias comporta, de un lado el rechazo de la religión positiva, que es entendida como forma de superstición, y de otro el abandono de la filosofía tradicional en lo que tiene de especulativa. Contra el ateísmo no valen respuestas metafísicas. El deísmo sólo puede fundamentarse en la razón, y ésta tiene su campo de actuación en el terreno de las ciencias de la naturaleza". En la época en que escribió "Pensamientos filosóficos" Diderot no había elaborado aún su filosofía materialista, algo que haría pocos años después cuando publicó "Lettre sur les aveugles" (Carta sobre los ciegos) y "Lettre sur les sourds et muets"
(Carta sobre los sordomudos) en las que tomó distancia del deísmo al preguntarse cómo se podía conciliar la sabiduría y la bondad divinas con la existencia de monstruosas alteraciones de la naturaleza. Diderot maduró el materialismo de su etapa final con la publicación en 1753 de "Pensées sur l'interprétation de la nature" (Pensamientos sobre la interpretación de la naturaleza) en la que superó su concepción creacionista en aras de una concepción plenamente materialista de la naturaleza.


Con el correr de los años, Diderot fue alternativamente calificado como inmoral, impío, idealista, revolucionario, imprevisible, instintivo, creador, combativo, sacrificado... Lo cierto es que su influencia es notoria en múltiples frentes: sus ideas estéticas influyeron en Immanuel Kant (1724-1804), sus concepciones sobre la dramaturgia fueron desarrolladas por Gotthold Lessing (1729-1781), sus ideas acerca de la pintura encontraron eco en Johann von Goethe (1749-1832) y en Charles Baudelaire (1821-1867), sus obras literarias fueron valoradas por Friedrich Schiller (1759-1805), se anticipó al evolucionismo de Charles Darwin (1809-1882), prefiguró en ciertos aspectos el materialismo de Karl Marx (1818-1883) y su teoría de los sueños fue muy valorada por Sigmund Freud (1856-1939).