22 de noviembre de 2010

"Un perro andaluz" (1). La película

Durante la tercera década del siglo XX se desarrolló en Francia un movimiento cinematográfico que, surgido en 1917 de la mano de Louis Delluc (1890-1924), tenía la intención de hallar nuevos recursos -tanto estéticos como formales- y experimentar con ellos. Así, a partir de una serie de trabajos analíticos sobre las primeras películas francesas, este dramaturgo, periodista, crítico literario y director cinematográfico propuso desde la teoría, y sustentó luego en la práctica, un replanteamiento de las posibilidades plásticas de la imagen fílmica. Este movimiento, al que años más tarde el fundador y director de la Cinemateca Francesa Henri Langlois (1914-1977) bautizó como impresionista debido "a sus analogías y oposiciones con el expresionismo alemán", mantuvo durante su primera etapa la estructura de narrar convencionalmente historias simples, pero fue altamente innovador en lo referente al tratamiento psicológico de los personajes, la composición de climas y ambientes y el manejo lírico de la luz. Con este propósito comenzaron a utilizarse una serie de artilugios novedosos para la época: lentes curvas, objetivos especiales para desenfocar la imagen, filtros, telas texturadas, sobreimpresiones múltiples, desvanecidos, cámara lenta y montaje rápido con planos de varias tomas por segundo.
El movimiento duró hasta 1929, cuando el advenimiento del cine sonoro y la posterior reestructuración de la industria cinematográfica francesa terminaron con él. Sin embargo, el camino abierto por Delluc permitió el acceso de las diversas vanguardias iconoclastas del arte tradicional, sobre todo el dadaísmo y el surrealismo, los que se apoderaron de aquel lenguaje impresionista para arremeter contra los convencionales cánones establecidos de la civilización burguesa. Los primeros experimentos de esta nueva corriente fueron obra del cineasta sueco Viking Eggeling (1880-1925), uno de los fundadores del movimiento dadaísta, pero lo más ingenioso del cine vanguardista de aquellos años fue producto del furor surrealista que predominaba en la Europa de entreguerras. La revolución estética propuesta por el Surrealismo a través del humor, el horror, la paradoja, el erotismo, el sueño y la locura, encontraron en el cine el vehículo ideal para expresar el "automatismo psíquico" y las motivaciones irracionales del subconsciente ya que el cine, al decir de los surrealistas, era "el mecanismo que mejor imita el funcionamiento de la mente en estado de sueño".


Este movimiento surrealista francés se benefició notablemente en 1928 con la aparición del español Luis Buñuel (1900-1983), quien rápidamente se convirtió en un cineasta "maldito" y, con el tiempo, en uno de los "monstruos" de la historia del cine. Su interés cinematográfico provenía de las veladas organizadas en la Residencia de Estudiantes de Madrid -un ambiente cultural frecuentado por personalidades como Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), Federico García Lorca (1898-1936) y Rafael Alberti (1902-1999)- en la que, entre 1920 y 1923, organizó sesiones de cine-club, las primeras de España y de las primeras del mundo. En 1925, instalado en París, su interés por el cine se intensificó tras presenciar "Der mude tod" (La muerte cansada) del realizador alemán Fritz Lang (1890-1976) y, un año más tarde, comenzó a trabajar como ayudante del teórico y director de cine francés de origen polaco Jean Epstein (1897-1953).
Antonin Artaud (1896-1948) escribía por entonces que "si el cine no está hecho para traducir los sueños o todo aquello que en la vida despierta se emparenta con los sueños, no existe". Para afirmar que sí existía, en 1929 llegaría "Un chien andalou" (Un perro andaluz), el primer film en la historia del cine que incorporó la agresión como un componente estructural, puso en escena algunos de los tópicos del Surrealismo como el amor loco, el deseo y la represión, y promovió una verdadera revolución en los modos de mirar a través de la ruptura absoluta con todo el lenguaje cinematográfico previo. Producida y dirigida por Buñuel sobre un guión escrito junto a Salvador Dalí (1904-1989) en menos de una semana, fue rodada en quince días y presentada en el Studio des Ursulines el jueves 6 de junio de 1929.


La conmoción producida por la poesía del absurdo de "Un perro andaluz" fue colosal. La crítica a la moral burguesa, la lógica onírica, la asociación de imágenes inconexas, las relaciones insólitas, la resistencia a cualquier significación que fije su sentido poético fueron las características del film que, según el propio Buñuel, fue realizado siguiendo "una regla muy simple: no aceptar idea ni imagen alguna que pudiera dar lugar a una explicación racional, psicológica o cultural, para abrir todas las puertas a lo irracional sin admitir otra cosa que no fueran las imágenes que nos impresionaran". Una vez vista la película, André Breton (1896-1966) exclamó maravillado: "Este sí es un film surrealista". En cambio el médico psiquiatra Carl Jung (1875-1961) diagnosticó la demencia precoz de sus autores.
Al referirse a la génesis de "Un perro andaluz", Buñuel contó que la película "nació de la confluencia de dos sueños. Dalí me invitó a pasar unos días en su casa y, al llegar a Figueras, yo le conté un sueño que había tenido poco antes, en el que una nube desflecada cortaba la luna y una cuchilla de afeitar hendía un ojo. El, a su vez, me dijo que la noche anterior había visto en sueños una mano llena de hormigas y añadió: '¿Y si partiendo de esto hiciéramos una película?'. En un principio me quedé indeciso, pero pronto pusimos manos a la obra en Figueras. En ningún momento se suscitó entre nosotros ni la menor discusión. Fue ena semana de identificación completa. Uno decía por ejemplo: 'El hombre saca un contrabajo'. 'No', respondía el otro. Y el que había propuesto la idea aceptaba de inmediato la negativa. Le parecía justa. Por el contrario, cuando la imagen que uno proponía era aceptada por el otro, inmediatamente nos parecía luminosa, indiscutible, y al momento entraba en el guión".


Por su parte Dalí, con su proverbial megalomanía, recordó aquella época en que Buñuel le esbozó la idea de la película "que él deseaba hacer y para la cual su madre le iba a dejar dinero" afirmando: "Su idea me parecía sumamente mediocre. Era vanguardia de una clase sumamente ingenua, y el escenario consistía en la edición de un periódico que se animaba con la visualización de las noticias, notras cómicas, etcétera. Al final se veía el periódico en cuestión tirado en la acera y echado al arroyo por la escoba de un camarero. Este final, tan banal y barato en su sentimentalismo, me repugnaba, y le dije quesu film no tenía el menor interés pero que yo, en cambio, acababa de describir un escenario, breve pero genial, que era todo lo contrario del cine corriente. Era cierto. El escenario estaba escrito. Recibí un telegrama de Buñuel anunciándome que venía a Figueras. Se entusiasmó inmediatamente con mi escenario y decidimos trabajar en colaboración para darle forma. Juntos elaboramos varias ideas secundarias y también el título. Partió Buñuel llevando consigo todo el material necesario, comprometiéndose además a tomar a su cargo la dirección, el reparto de papeles, la presentación, etcétera. Pero, algún tiempo después, fui yo también a París y estuve en estrecho contacto con la confección de la película. Tomé parte en su dirección por medio de conferencias que teníamos cada tarde. Buñuel, automáticamente y sin réplica, aceptaba la menor de mis indicaciones; sabía por experiencia que nunca me equivocaba en tales cosas". Dalí, erróneamente, se refiere a otro proyecto de Buñuel llamado "El mundo por diez céntimos", el que nunca llegó a materializarse. De todos modos, la confección del guión de "Un perro andaluz", y eso es lo que interesa, es una muestra acabada de la "escritura automática" que propugnaban los surrealistas.


En cuanto al título, su origen proviene de un texto de Buñuel elegido a instancias de Dalí. "El título fue un problema -contó Buñuel-. Pensamos en muchos. 'Defense de sepencher á le exterieur' (Prohibido asomarse al exterior), un aviso muy frecuente en los trenes de Francia, y en su antítesis, 'Prohibido asomarse al interior', pero no estábamos conformes. Dalí entonces, se enteró del título de un libro olvidado de poemas míos, 'Un perro andaluz'. '¡Ese es el título' exclamó Dalí, y así fue". Siguiendo la costumbre surrealista, el título no tiene nada que ver con el contenido y constituye una creación literaria independiente relacionada con aquello de la "experiencia automática" que buscaba sorprender al expectador. Y no sólo el título generó sorpresas. Las imágenes de "Un perro andaluz" también suscitaron a partir de su exhibición además de asombro, un sinnúmero de interpretaciones culturales, semióticas, psicológicas e intelectuales como nunca antes se había visto.
El cortometraje de diecisiete minutos de duración fue protagonizado por la actriz francesa Simone Mareuil (1903-1954), el actor ruso Pierre Batcheff (1901-1932), el escritor catalán Jaume Miravitlles (1906-1988) y los propios Buñuel y Dalí. Llamativamente, los protagonistas principales de la película se suicidaron: ella, inmolándose con fuego en una plaza pública; él, con una sobredosis de barbitúricos. Mareuil participó en veinticuatro films entre 1924 y 1939; Batcheff lo hizo en vientinueve entre 1923 y 1932. Dalí se convirtió en uno de los más extravagantes y controvertidos pintores del siglo XX; Buñuel realizó una estupenda carrera como director cinematográfico que incluiría, entre otros títulos, "Viridiana", "El ángel exterminador", "El discreto encanto de la burguesía", "El fantasma de la libertad" y "Ese oscuro objeto del deseo".