1 de julio de 2011

Peter Greenaway: "El cine es un medio del tiempo pasado. Yo quiero hacer un cine que sea del tiempo presente"

Peter Greenaway (1942) nació en Newport, Monmouthshire, Gales, y creció en Essex, Inglaterra. Siendo apenas un adolescente escribió relatos cortos y algunas novelas que jamás se publicaron y, en 1962 comenzó sus estudios de pintura en el Walthamstow Collage of Art. Allí realizó su primera película, "Death of sentiment" (Muerte del sentimiento), un documental sobre los cementerios de Londres. A partir de 1965 y durante los siguientes quince años trabajó en la Central Office of Information como editor de películas y director, realizando sus primeros trabajos dentro del campo del cine experimental. Así fueron surgiendo sucesivamente "Train" (Tren), "Tree" (Arbol), "Revolution" (Revolución) e 
"Intervals" (Intervalos) entre otros. También realizó múltiples cortometrajes para la BBC, el Bristish Film Institute y Channel Four, influido por la composición escénica e iluminación de la pintura flamenca del Renacimiento e inspirándose tanto en los cineastas de la Nouvelle Vague Alain Resnais (1922) y Jean Luc Godard (1930), como en los del Neorrealismo italiano Michelangelo Antonioni (1912-2007) y Pier Paolo Pasolini (1922-1975), además de Ingmar Bergman (1918-2007), el emblemático director sueco. En 1980 filmó "The falls" (Las cataratas), su primer largometraje, al que siguieron "The draughtsman's contract" (El contrato del dibujante), "The belly of an architect" (El vientre del arquitecto) y "The cook, the thief, his wife & her lover" (El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante), de hecho, sus más exitosas películas. De la década del '90 son las más convencionales y accesibles al gran público "Prospero's books" (Los libros de Próspero), "The baby of Mâcon" (El niño de Macon), "The pillow book" (Escrito en el cuerpo) y "8½ women" (8½ mujeres). Sus últimas producciones son las tres partes de "The Tulse Luper suitcases" (Las maletas de Tulse Luper), "Nightwatching" (La ronda de noche) y la aún no estrenada "Goltzius and the Pelican Company" (Goltzius y la empresa Pelican). Greenaway, de quien la crítica ha dicho que su obra "es un compendio de reflexiones y búsquedas en torno a la forma y al lenguaje, pero no necesariamente la forma y el lenguaje cinematográficos", define al cine como algo "mucho más que un medio para contar historias. Hay narradores magníficos en la tradición de Hollywood, sin embargo para mi ha de ser mucho más que eso. Se trata de un medio extraordinariamente sofisticado, que permite manejar significados metafóricos y a la vez componentes literarios y gráficos". Siendo, como lo es, una de las figuras más significativas del cine británico de las últimas décadas, Greenaway ha renegado de su primera etapa como documentalista y viene desde hace algunos años discutiendo los principios fundamentales del séptimo arte con algunas afirmaciones polémicas. "Concentrarme en el cine como un medio narrativo no me parece demasiado interesante, creo que hay cosas más apasionantes -ha dicho-. Desde los años cincuenta la filosofía francesa nos ha convencido de que ya no existen contenidos, sólo hay lenguaje; mi cine es un síntoma de esto". Hoy por hoy, afirma el director galés, "el cine está sujeto a cuatro tiranías de las cuales hay que liberarse: la tiranía del texto, la tiranía de la pantalla, la tiranía del actor y la tiranía de la cámara". Y más polémico aún resulta cuando afirma que el cine "terminó el 31 de septiembre del 1983 cuando se introdujo el control remoto a la televisión". Como un predicador del apocalipsis cinematográfico, el realizador de "Drowning by numbers" (Conspiración de mujeres) va paseando por el mundo anunciando que la tecnología que sustenta al cine ha caducado y que se deben buscar nuevas formas de registro autoral. De esos temas precisamente habló, tanto en su paso por la quinta edición del DocsBarcelona, el Festival Internacional de Cine Documental que se llevó a cabo en la capital de la Comunidad Autónoma de Cataluña en la primera semana de febrero de 2011, como cuando concurrió a la primera Feria MICA, la exposicón del Mercado de Industrias Culturales Argentinas que reúne a productores y diseñadores audiovisuales, discográficos, editoriales y de artes escénicas que se desarrolló en Buenos Aires durante la primera semana de junio del corriente año. En Barcelona fue entrevistado por Salvador Llopart para la edición del 10 de febrero del diario "La Vanguardia". En Buenos Aires lo fue por Andrés Hax para el nº 402 de la revista "Ñ" del 11 de junio. Un compendio de ambas entrevistas se ofrece a continuación.


¿Va a dejar de hacer largometrajes tradicionales?

No, pero cuando los hago siento que me estoy comportando como un fósil. La audiencia para mis películas se está cayendo. Hemos tenido cine por ciento quince años. Es un largo tiempo para una tecnología. Solamente la máquina de combustión interna ha durado tanto tiempo; todas las otras tecnologías que se inventaron en 1895 han desaparecido. ¿Por qué estamos aún jugando con este fenómeno curioso que requiere que entremos a la oscuridad? ¿Qué carajo estamos haciendo en la oscuridad? Porque el hombre no es un animal nocturno... Ya no necesitamos la oscuridad. El cine es un medio del tiempo pasado: cada vez que veo "Casablanca" o "Star wars" (La guerra de las galaxias) siempre es lo mismo. No tiene porque serlo. Yo quiero hacer un cine que sea del tiempo presente: que alguien lo vea un lunes, pero le daré una edición distinta el martes, el miércoles y el jueves. No se lo presentaré en una pantalla: se lo puedo salpicar sobre su cuerpo, lo puedo poner sobre objetos tridimensionales. Y también pienso, por otro lado, que hemos visto tantos millones de millones de millones de películas en los últimos ciento quince años, que básicamente ya las hemos visto todas. Godard dijo: "El cine es la verdad, veinticinco cuadros por segundo". Pero creo que ahora el público general se ha agotado con la idea del cine tradicional. Tenemos que reorganizar la idea de la experiencia del cine para satisfacer las nuevas demandas, nuevas audiencias y nuevas formas de comunicarse.

¿El cine ya no tiene obligación de contar cuentos?

¡Nunca la tuvo! La experiencia cinematográfica no es narrativa. Lo que uno recuerda de una película es un momento dado del tiempo, una actuación, una característica particular, una particular experiencia audiovisual que no se puede conseguir de ninguna otra manera. Uno no se acuerda del cuento. ¡Cuénteme lo que pasó en "Casablanca!". Lo podría resumir en una línea, pero eso casi no significa nada. El relato se tira por la ventana. Entonces no creo que la narración sea muy importante. No tenemos un cine basado en la imagen. Todas las películas que uno ha visto comenzaron sus vidas como un texto. Eso no es bueno.

¿Es usted, al fin, un pintor frustrado?

No. Aún pinto con mucho vigor y me excita mucho. Pero creo que el punto clave para mí es que también me excita enormemente la música. Yo quería pintar imágenes en asociación con la música. El cine hace eso. Se podría decir que mi deseo de hacer pinturas con música fue el motivo que me hizo entrar en el cine.

¿De qué forma concreta lo inspira la pintura?

Por ejemplo, hubo mucha pintura en los '80 que se llamaba pintura de la apropiación: uno
tomaba el arte del presente y lo retrabajaba continuamente. Eso es muy honorable y muy legítimo. Desde que Salvador Dalí pintó un bigote sobre la Mona Lisa, todos hemos estado haciendo lo mismo. La mayoría de la pinturas son sobre la pintura misma. De la misma manera, Borges no trató sobre la vida real sino sobre la literatura; construyó libros sobre libros. Yo quiero construir imágenes sobre imágenes.

¿Qué hace un director como usted en un festival de cine documental?

No lo sé. El cine no me interesa demasiado. De hecho, vengo diciendo que ha muerto. Pero es que, si hablamos de documental como género, entonces a ese cine ya lo considero mi enemigo.

¿Qué tiene contra el documental?

Es mi bestia negra. Una gran mentira desde su misma denominación. Documental tiene que ver con documento, algo escrito, y el cine es imagen. Pero sobre todo me exaspera su arrogancia. Cómo definir si no la pretensión de verdad. ¡La verdad! El documental es un género arrogante ¿Acaso existe algo parecido a la verdad en el cine?

Pero usted ha realizado varios documentales...

Es cierto. Y por eso creo que estoy aquí, para hablar de "Rembrandt's j'accuse" (La acusación de Rembrandt), en el que investigo sobre Rembrandt y su famoso cuadro "La ronda nocturna". Pero es un documental diferente, con tesis, con una teoría detrás, sobre el pintor, sobre su circunstancia. Es más bien un ensayo, la única forma de verdad posible...

¿Cómo contar la verdad?

Yo soy mucho más feliz contando mentiras, las mentiras de la ficción. A través de las mentiras de una ficción podemos acercarnos mucho más a la naturaleza humana que contando tan sólo hechos, gestas, cosas...

Estamos en un callejón sin salida, entonces...

Estamos en un callejón con cientos de salidas.

Explíquese.

Es falsa la dicotomía entre ficción y el documental. Incluso me sorprende que todavía existan festivales tan sólo dedicados al documental. El cine nunca ha existido -ni en tiempos de los Lumière- para atrapar el mundo, para grabarlo, para tomar nota. Aunque el cine de ficción, ya le digo, también está muerto...

¿Qué nos queda?

Yo lo llamo Zine: una nueva forma de contar en imágenes que acabe con la aburrida narrativa basada en el celuloide, casi precristiana, freudiana estructura libresca que no ha sido más que un prólogo de ciento quince años a lo que empezará ahora...

¿Y qué hacemos con tantas pantallas como tenemos?

Las pantallas nos anclan al pasado. Debemos deshacernos de ellas. Nos empobrecen, limitan nuestra imaginación. Cada vez que alguien abre un ordenador portátil se abre a muchísimas más posibilidades de las que encontrará en cualquier cine. El nuevo mundo del cine se llama interactividad y posibilidades multimedia.

¿Dónde se encuentra el nuevo cine, entonces?

Quizá en los museos. Antes, cuando se le preguntaba a un joven qué quería ser le contestaba que director de cine. Ahora, cuando uno hace la misma pregunta, le dicen que comisario de exposiciones.

¿Quiere ser el primer gran cineasta de la Era de la Información?

Creo que la mayoría de nuestro cine no representa la Era de la Información. Sólo tiene que mirar tres minutos y medio de CNN -los múltiples cuadros, diagramas y textos en movimiento sobre una superficie- para darse cuenta de que ninguna película ha intentado hacer lo mismo. Hay un desfasaje entre la televisión y el cine. Creo que tenemos que hacer algo acerca de ese desfasaje.

Hoy los jóvenes están acostumbrados a apropiarse de los materiales en la Red y remezclarlas a su manera…

¡Yo he estado haciendo eso por treinta o cuarenta años! Continuamente estoy haciendo películas sobre Mozart, pero no paso música de Mozart, lo reconfiguro. Ahora estoy por filmar -espero- una película en Argentina sobre Borges. Pero no voy a ilustrar un cuento de Borges: voy a construir sobre lo que hizo él y convertirlo en otra cosa. Quiero usar el cine como un formato de ensayo para hacerlo más abierto. Entonces he creado una proposición en la cual he encontrado un cuento perdido e incompleto de Borges y yo se lo voy a completar. Esencialmente es sobre Buenos Aires y la situación política de la Argentina en los últimos cien años.

¿Y cómo va el cine nuevo que usted predica?

El meta-cine de las próximas cuatro décadas tiene que responder a dos cosas: la interactividad y una experiencia cultural de tres dimensiones. Y podemos ver cómo esto está sucediendo por todo el mundo, desde Disneylandia hasta los intentos de hacer cine en tres dimensiones.

Por último. Leí que tiene planes de suicidarse a los ochenta años...

Yo vivo en Amsterdam y Amsterdam es uno de los lugares más sofisticados del mundo. En la mesa del desayuno se puede hablar del aborto, la homosexualidad y la eutanasia. Necesito ser parte de ese fenómeno. Todo el mundo quiere vivir por más y más y más tiempo. Mi pregunta es: ¿para qué? El mundo realmente le pertenece a la gente que tiene enormes energías y que son jóvenes, digamos, entre los dieciséis y los cuarenta años. Estas son las personas que crean la energía del mundo. Y dado que hay tan poco espacio para todos nosotros ahora en el planeta, vamos a tener que encontrar una ecuación para lograr lo mejor para la civilización.