13 de julio de 2014

Gérard Duménil: "La cuestión central es la estratificación social del orden económico vigente. A este respecto, el futuro dependerá de la lucha de clases, como de costumbre" (6)

Durante los años '60 y, por lo menos, una parte de los '90, los países capitalistas más importantes atravesaron por una gran crisis estructural cuyas manifestaciones han sido descriptas repetidamente: debilidad de las inversiones y del crecimiento, desempleo, inflación, ralentización del progreso técnico, disminución en la velocidad del aumento de los sueldos, caída de la rentabilidad del capital. No obstante la sucesión de diferentes crisis monetarias y financieras, la reabsorción del desempleo en los Estados Unidos y su disminución en Europa, acompañada de la reanudación del crecimiento económico, difundió el convencimiento de que la crisis estructural había sido superada. La dinámica histórica del capitalismo no es solamente la expresión de una suma de choques fortuitos y desordenados. Un análisis mas detallado indica que en ella se juega un lance histórico de suma importancia que remite a la gran dialéctica marxista de las fuerzas productivas y las relaciones de producción así como al papel motor de la lucha de clases. El análisis de Duménil ubica al capitalismo contemporáneo en la historia del capitalismo en general. El neoliberalismo se describe como la fase en que este modo de producción ingresó desde comienzos de los años '80, después de las primeras experiencias de las dictaduras latinoamericanas. Este capitalismo se caracteriza por la violencia de los mecanismos que apuntan a asegurar la máxima rentabilidad del capital. Además de la apertura de las fronteras comerciales y financieras que desarticularon los modelos de sustitución de importaciones que, después de la Segunda Guerra Mundial, habían tendido a resistir a la división del trabajo imperialista, el neoliberalismo fue el terreno de un proceso de desregulación permanente, en especial en el plano financiero. Se combinaron así la búsqueda desenfrenada de ganancias, salarios muy elevados de los ejecutivos y las innovaciones financieras más riesgosas. Esta trayectoria está directamente implicada en la lógica del capital y fue llevada al extremo por el capitalismo neoliberal. Duménil subraya también la importancia de los aspectos financieros de la trayectoria macroeconómica de los desequilibrios acumulativos de la economía estadounidense y su financiamiento por el resto del mundo. Aquí se pone de manifiesto el segundo gran conjunto de determinantes de la crisis actual. Es el capitalismo neoliberal bajo la hegemonía estadounidense el que ha entrado en crisis desde el momento en que se entrecruzaron estas dos tendencias insostenibles: la inherente a la búsqueda desenfrenada de la rentabilidad, especialmente en el sector financiero, y la de los desequilibrios macroeconómicos crecientes, uno de cuyos componentes fue la disparada del endeudamiento de las familias apoyado en las innovaciones financieras más peligrosas. La crisis abierta en 2008 preanunciaría el ocaso del neoliberalismo y justificaría la apuesta por un nuevo compromiso social "a la izquierda" que propone Duménil. El prolífico economista francés ha publicado, además, en coautoría con Lévy, François Chesnais (1938) e Immanuel Wallerstein (1930) los ensayos La globalisation et ses crises. Des interprétations depuis l'économie critique (La globalización y sus crisis. Interpretaciones desde la economía crítica) y Une nouvelle phase du capitalisme? (¿Una nueva fase del capitalismo?); y en colaboración con Lévy, Chesnais, Michel Husson (1949) y Suzanne de Brunhoff (1952) hizo lo propio con La finance capitaliste (Las finanzas capitalistas). A continuación, la sexta y última parte del resumen de entrevistas concedidas por Duménil a Mariano Roark y Ana María Fernández Equiza (revista virtual “Contribuciones a la Economía” - marzo de 2009), a Armando Boito Júnior (revista "Jornal da Unicamp" nº 516 - Brasil, diciembre de 2011), a Miguel Ángel Jiménez González (revista "Análisis Económico" nº 66 - México, tercer cuatrimestre de 2012), a Cédric Durand y Razmig Keucheyan (revista "Contretemps" n° 19 - Francia, tercer trimestre de 2013) y a Esteban Mercatante (revista "Ideas de Izquierda" nº 9 - Argentina, mayo de 2014).


De acuerdo con su enfoque y sus numerosos estudios acerca del funcionamiento del capitalismo, nos interesaría que nos precisara dos interrogantes fundamentales: ¿qué es el neoliberalismo? (cuáles son sus metas y métodos) y ¿por qué no es un modelo de acumulación o de desarrollo?

El neoliberalismo es un nuevo orden social cuya meta fue reestablecer el poder y los ingresos de las clases capitalistas que se encontraban disminuidos desde la Segunda Guerra Mundial. Con el choque de la depresión de los '30, de la Segunda Guerra Mundial y las luchas de clase, con la Unión Soviética (cualquiera que fuera su naturaleza de clase) saliendo de la guerra con un poder mayor, prevaleció durante las primeras décadas de posguerra un nuevo compromiso social (social demócrata) de "izquierda", entre las clases populares de trabajadores y empleados, y los cuadros de los sectores privados y públicos, en el cual el poder de la clases capitalistas era "contenido". A principios de los '80, aprovechando las condiciones de la crisis estructural de los '70, las clases capitalistas impusieron el nuevo orden social neoliberal (mejor dicho "una hegemonía financiera"). Significa, en el plano nacional, una nueva disciplina de los trabajadores y gerentes (un nuevo gobierno de empresa dedicado a la creación de valor para el accionista), y nuevas políticas (estabilidad de los precios, etc.). En el plano internacional, implica la apertura comercial (el libre comercio) y la libre circulación de los capitales, poniendo a los trabajadores del mundo en una situación de competencia global. De un lado, fue un crimen contra la humanidad; de otro lado, un éxito extraordinario según su meta pues los ingresos de las clases más acomodadas aumentaron de forma tremenda, en particular en los Estados Unidos. En este país las clases de gerentes y organizadores en general entraron en un nuevo compromiso social, de "derecha", entre los dueños de los capitales y los cuadros gerenciales, en particular las fracciones superiores de esta clase: el "compromiso neoliberal".

¿Dónde se ubican las pequeñas crisis que en los '80 y '90 aparecieron en algunos países de los ahora llamados emergentes?

Resultaron de la implementación del orden neoliberal en esos países. Son crisis cien por ciento neoliberales que aparecieron en países como México, Argentina, en Europa, Asia y otras regiones, donde se introdujo el neoliberalismo. Estados Unidos también tuvo una crisis financiera en la década de los '80, pero no se compara con esas crisis. Hoy día la crisis apareció en el centro y no vemos discontinuidad. La implementación del neoliberalismo en esos países resultó en crisis locales, después consiguieron establecer un capitalismo neoliberal global, a pesar de que China no sea un país neoliberal y, finalmente, vino la crisis en el centro.

Por otra parte, dentro de la actual coyuntura global, ¿hacia dónde cree que se dirige la economía internacional y cuál es el rol que cumple Estados Unidos dentro de ella?

La crisis financiera actual, cuyo centro se encuentra en los Estados Unidos, manifiesta las contradicciones del "neoliberalismo bajo hegemonía estadounidense". Se debe a la convergencia, no fortuita, de la trayectoria de desequilibrio de los Estados Unidos (desequilibrio de la cuenta corriente y financiamiento de la economía del país por el resto del mundo) y de una aceleración loca de los mecanismos financieros, en particular de la deuda de los hogares (con los mecanismos de securitization) desde la recesión del 2001. A esto se debe añadir el alza de los precios de las materias primas y de las fuentes de energía. Esta crisis no es una crisis del "neoliberalismo en general" pero afecta el poder central: Estados Unidos. Por esta razón puede tener consecuencias muy importantes. La hegemonía estadounidense se encuentra amenazada frente a Europa y los nuevos poderes emergentes como China o Brasil. Los lazos entre Estados Unidos y Europa son muy fuertes. Un escenario probable es la constitución de un polo Norte-Atlántico más fuerte, enfrentando el papel creciente de algunos países de las periferias. En cuanto al neoliberalismo, podemos prever nuevas reglamentaciones y protecciones, pero la cuestión central es la naturaleza de clase del orden social. En este respecto, todo dependerá de las luchas populares.

Dentro de este marco, ¿evalúa que habrá cambios significativos en el corto plazo? Y de ser así, ¿qué implicancias tendrían para las economías de América Latina?

En el plano nacional, Estados Unidos entra en una recesión cuyo tratamiento requerirá un fuerte déficit presupuestario. Un gobierno demócrata podría recurrir a gastos sociales, pero existen otros métodos para gastar y una recesión bastante profunda y duradera también constituye una herramienta para lograr más concesiones por parte de las clases populares. La red internacional de las grandes sociedades transnacionales necesita el libre comercio y el libre movimiento de los capitales. Estados Unidos no puede cambiar las reglas generales en este ámbito, sólo puede multiplicar las "excepciones", como lo hacen, en nombre de la seguridad nacional o de cualquier otro pretexto. En América Latina se acabó el periodo de las políticas neoliberales extremas de los '90 como en México o en Argentina. Varios países de América Latina se benefician bastante de la tendencia al alza de los precios de varios bienes, mientras que otros siguen en la misma situación de competencia con países de Asia en los cuales el costo del trabajo es bajo. La desigualdad crecerá, con la consolidación de poderes subimperialistas.

Como se ha visto en estos últimos años, a raíz de los cambios en las orientaciones políticas y económicas, algunos países de América Latina han experimentado serios conflictos de intereses con importantes grupos económicos que han hecho sentir su resistencia a cualquier transformación que amenace el statu quo sociopolítico. En este sentido, ¿cómo analiza la relación entre capitales financieros, agronegocios y explotación de recursos naturales?

Desde hace más de un siglo el gran capital mundial es un capitalismo financiero en el sentido de Hilferding: una fusión de los capitales del sector financiero e industrial. Hilferding escribió: "los magnates financieros no dominan a los magnates industriales, son los mismos". En el capitalismo contemporáneo, a través de las grandes instituciones financieras, este carácter es fundamental. En varios países de América Latina una segmentación de la propiedad capitalista en tales sectores sigue vigente en algún aspecto. Significa que tales "contradicciones internas" podrían desempeñar un papel significativo. Pero no creo que sea central. Pueden pensar, por ejemplo, en el poder del sector financiero en Brasil (los "administradores" del capital que devenga interés como decía Marx), en el cual todas las fracciones de las clases capitalistas invierten.

¿Cuáles son los puntos débiles y fuertes de las diferentes explicaciones marxistas a la crisis? ¿Qué mecanismos le parecen más convincentes?

Existe una larga tradición de interpretación de las dinámicas históricas en términos de onda larga dentro de un arraigo más o menos braudeliano o referente a Kondratiev. Podemos citar a Immanuel Wallerstein, Giovanni Arrighi o Ernest Mandel, entre otros. Según sus interpretaciones, el capitalismo invierte en trayectorias de sobreproducción (concepto comúnmente mal expuesto, tal y como reconoce Arrighi en su último libro). La rentabilidad del capital merma y la búsqueda del beneficio paraliza a los inversores del sector financiero. Wallerstein, por ejemplo, ve en la crisis actual la confirmación de su cuadro analítico y pronostica que la tendencia a la baja de la tasa de ganancia hace que el capitalismo se encamine, irremediablemente, hacia su fin.  Los análisis empíricos que hemos realizado (en el periodo que va desde finales del XIX hasta la actualidad en Estados Unidos) nos llevan a diferenciar dos tipos de crisis estructurales (dos grandes crisis): crisis de rentabilidad y crisis de hegemonía financiera. Estas últimas corresponden a la caracterización que Marx y Engels dieron de las clases capitalistas en el "Manifiesto..." como aprendices de brujo, al perder el control de las conmociones que ellas mismas desencadenan. En nuestros estudios anteriores, examinamos detenidamente la crisis estructural precedente, la de los años '70. Nuestro diagnóstico fue el de una crisis de rentabilidad, es decir, la continuación de una baja efectiva de la tasa de ganancia de las empresas. Expusimos, de manera empírica en nuestra obra "La crisis del neoliberalismo" que este diagnóstico no podía ser aplicado hasta el último momento de las crisis estructurales. En las definiciones que utilizan grandes medidas de beneficios, la tasa de ganancia reducida en los años '70 no remontó; sin embargo, las bajadas de impuestos permitieron restablecer la rentabilidad de las empresas. Otra corriente de inspiración marxista-keynesiana -de gran peso en la izquierda radical, especialmente en el movimiento internacional altermundialista Attac- se centra en la deformación de la repartición del valor añadido en beneficio de las ganancias (véanse los trabajos de Michel Husson). Además de que esta tendencia no se observa en Estados Unidos, país del cual proviene la crisis, estamos totalmente en desacuerdo en lo concerniente al diagnóstico: esta bajada habría causado una falta de demanda, la cual no vemos. Este cuestionamiento del aumento de la cuota de las ganancias se asocia con el aumento de los préstamos. Estas dos ortodoxias de la izquierda radical, contradictorias no obstante -de "no hay suficiente beneficio" a "no hay sueldos suficientes y hay demasiados beneficios"-, hacen que dialogar sea difícil. Consideramos no convincentes todas estas elucidaciones. En nuestra interpretación se combinan las tendencias insostenibles propias de las trayectorias neoliberales y los desequilibrios crecientes de la economía estadounidense ligados a la mundialización neoliberal.

Las políticas propuestas por los dos grandes de la Unión Europea para superar la crisis repiten las fórmulas neoliberales: los mercados intimidan a los gobiernos. Los gobiernos de Francia y Alemania exigen más y más recortes presupuestarios. ¿Por qué insisten en una política que, para muchos observadores, está en el origen de la crisis? ¿Qué resultado puede producir la aplicación de tales políticas?

Yo de ninguna manera pienso que la falta de rigor presupuestario haya sido una de las causas de la crisis. Eso es la expresión de una creencia keynesiana ingenua, tan ingenua como la creencia en la capacidad de esas políticas para permitir la salida de la crisis sin tener en cuenta las necesarias transformaciones antineoliberales. Incluso, en este contexto, las políticas que buscan erradicar los déficits no impidieron una nueva caída en la producción.

Muchos observadores han planteado la posibilidad de que el euro se extinga. ¿Usted cree que eso podría ocurrir? De acuerdo a su análisis, ¿cuáles serían los resultados más probables de la crisis actual?

Es posible que algunos países salgan de la zona euro. Eso no resolverá el problema de sus deudas, la cual se tornaría impagable luego de la desvalorización de la nueva moneda sustituta del euro. El problema es el del cancelamiento de la deuda o de su adopción por el Banco Central. La crisis de la deuda afectó ahora los países del centro de Europa; será necesario que éstos tomen conciencia de la amplitud y de la verdadera naturaleza del problema. Esto nos remite a las características de aquello que llamamos la "tercera fase" de la crisis. ¿Cuáles políticas serán adoptadas frente a la nueva recesión? ¿Cómo será digerida la crisis en Italia y luego en Francia? ¿Cómo Alemania responderá a la presión de los "mercados" (las instituciones financieras internacionales)? Una cosa sabemos: esas deudas no deben ser pagadas, lo que exige su transferencia fuera de los bancos o una fuerte intervención en su gestión. Ahora, ¿el punto fundamental es la voluntad de los gobiernos de los países más poderosos de Europa, principalmente Alemania, de reforzar la integración europea (en vez de acabar con la zona euro) que se opone a la voluntad de "desglobalización" de algunos? Ese debate oculta la cuestión central: ¿cuál Europa? ¿Una Europa de las clases superiores o la de un nuevo compromiso de izquierda?

Por último. En el famoso debate entre Noam Chomsky y Michel Foucault, a principios de la década del '70, el lingüista norteamericano defendió la necesidad intelectual tanto de comprender la naturaleza del poder y de las instituciones básicas de opresión como de intentar crear la visión de una sociedad futura. A esta última tarea le concedió una radical importancia llegando a sostener que era "crucial saber qué objetivos imposibles queremos alcanzar si nuestra intención es alcanzar algunos de los objetivos posibles". En este sentido, ¿cree usted que es posible pensar en nuevas formas de organización social para el corto o mediano plazo? Y de ser así, ¿cuáles serían sintéticamente los principios rectores de esa alternativa?

No necesitamos a nadie para saber que se deben definir alternativas, ni a Chomsky, ni a Foucault. La izquierda radical tiene que conquistar un tipo de madurez fuera de tales referencias. El problema es el contenido, fuera de declaraciones de buenos sentimientos o intenciones. En el corto plazo, se trata de establecer -sobre la presión de las luchas populares- un nuevo compromiso de izquierda con las clases de los cuadros gerenciales para transformar el orden social tanto en el plano nacional (solidaridad social) como internacional (solidaridad desarrollista), y contener los poderes capitalistas tan fuertemente como sea posible. Sin embargo se deben evitar los defectos de las primeras décadas de la posguerra: el imperialismo (de las guerras coloniales o de Vietnam en particular) y la destrucción del planeta. Sobre todo se necesita iniciar una dinámica de lucha para prohibir cualquier retroceso hacia una hegemonía financiera como en el neoliberalismo, o cualquier consolidación de un poder de clase por parte de los cuadros gerenciales, sea demócrata (en el sentido de una democracia de clase) o dictatorial (como en el sovietismo). De inmediato, este nuevo orden social debe crear las condiciones de su propia superación en dirección de una sociedad sin clase, lo que significa mucha democracia directa y la transformación de las practicas de mando bajo la presión de organizaciones populares realmente autónomas: la eliminación de los privilegios no solamente de la propiedad sino de las jerarquías en las organizaciones en general.